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CAPÍTULO XXIV. 197á que la condena su origen, con la certeza de ser acreedora por sumérito persnial á la estimación pública.Preparada de este modo á las cireustancias adversas que pudieransobrevenir, babia adquirido la magnanimidad y la firmeza necesariapara hacerle frente. La posición en que á la sazón se hallabarequería gran presencia de ánimo, y ella echó mano de todas lasdeterminaciones capaces de sostener el suyo.Su primer diligencia fué examinar el aposento que se le habíadestinado, y halló que no había casi esperanza de socorro ni de fuga.No había en él ni pasadizo, ni comunicación con otra pieza. Laúnica interrupción del muro, que era el mismo que formaba latorre, consistió en la puerta por donde había entrado y en una ventanaó postigo, ha puerta carecía de cerrojo y de pestillo en la parteinterior. La ventana daba á un espacio circular ó azotea; la cualá primera vista le dio algunas esperanzas de poder escaparse porallí; mas en breve descubrió que esta parte del edificio no teniacomunicación con el resto de la fortaleza, sino que era un puestoaislado, asegurado, según era costumbre en aquellos tiempos, porun parapeto con almenas en que podían colocarse algunos ballesteros,no solo para defender la torre, sino para flanquear el murodel castillo.No le quedaba pues otro recurso que su propia fortaleza y la vehementeconfianza en el Señor de las virtudes y Protector de lainocencia. Todas las cireustancias de su situación le anunciabanque debía considerarse como en una crisis de castigo , y sufrirlosin contaminar su alma con el pecado. Dispuesta de este modo alaresignación que conviene á una víctima, todas sus reflexiones lamuducian á la firme resolución de someterse sin mormurar á,¡mantos infortunios pudiera encontrar en el camino de la vida, resistiendoai mismo tiempo á todo lo que pudiera manchar la pure-'.a de su corazón.La cautiva tembló sin embargo, y mudo de color al oír pasos enla escalera, y mucho mas al ver que la puerta se abría lentamente,y (pie la cerró por dentro con llave la persona que entraba, que eraun hombre de alta estatura, vestido como los bandoleros que la habíanatacado en el camino. La gorra 1c cubría la mitad del rostro,y la otra mitad el embozo de la capa. De este modo, y como si letvergonzasc á él mismo el crimen que estaba resuelto á cometer,i desconocido se adelantó hacia donde estaba la judia . y se paró

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