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i 60IVAXHOE.Cedric dio su consentimiento á todas estas disposiciones: Athelstañeno se atrevió á exigir otra cosa, sino que los judíos marcharíaná retaguardia, donde "Wamba podría defenderlos y asistirlos con elescudo de piel de jabalí.—Mi escudo, respondió Wamba, so quedó tirado por el suelo enla palestra de la justa, como ha sucedido á los de otros caballerosmas valientes que yo.»Subiéronsele los colores á la cara á Athelstane al oír esta alusióná la suerte que había esperimentado en el torneo. ROM ena celebróinteriormente la ocurrencia del bufón ; y para aumentar el enojo deAthelstane, dijo á Rebeca que no se separase de su iado durante iamarcha.«No conviene que sea así, respondió Rebeca con humilde majestad,puesto que mi compañía dará deshonra ámi protectora.»A la sazón los criados habían concluido precipitadamente la mudanzade las cargas, porque á la voz ladrones todo el mundo se habíapuesto alerta, mucho mas empezando á oscurecer. En medio deesta operación, fué preciso que Gurth echara pié á tierra, para colocarparte de la carga en la grupa de su caballo, .y consiguió delbufón le aflojase la cuerda que le aprisionaba. Wamba, con intenciónó sin ella, lo hizo de tal modo, que el porquerizo no halló dificultaden desembarazarse de un todo; y hecho así, se escabulló entrela maleza, y se separó de la comitiva.Como el trastorno habia sido general, pasó largo rato antes quese echase de menos al preso; pues iba detrás bajo la custodia de uncriado, y nadie pensó mas en él. Cuando empezó á susurrarse queGurth habia desaparecido, todos tenían fija la atención en los bandidos,y no hizo gran impresión el suceso.Entretanto los caminantes se hallaron en una vereda tan estrecha,que solo podían transitar por ella dos hombres de frente. 1.a veredabajaba á una hondonada, bañada por un arroyo cuyas orillas ásperasy quebradas estaban cubiertas de sauces enanos. Cedric y Athelstane,que marchaban siempre á la cabeza, conocieron cuan peligrosoera aquel desfiladero; mas, poco prácticos en las maniobra?de la guerra, el único medio que se les ocurrió de evitar el riesgofué apretar cuanto mas podían el paso. Adelantáronse por tantosin mucho orden, y apenas habían cruzado el arroyo con algunosdélos suyos, cuando fueron atacados de frente, flancos y retaguardia,con un ímpetu, al que en su desordenada distribución no po-

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