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80 IVANHOE.¿Habéis olvidado las formas membrudas de vuestro hermano, ypodéis imaginaros que quepan en aquella armadura? De WyvihMartival, el mejor servicio que podéis hacer al Príncipe es acercar alvencedor al trono, y terminar las dudas que le han sacado los coloresal rostro. Mírelo vuestra Alteza de cerca, continuó dirigiendola palabra al Príncipe, y verá que le faltan tres pulgadas para laestatura del Rey , y seis para la anchura de sus hombros. El caballoque monta no podría servir al rey Ricardo para una sola carrera.»Aun no había acabado de hablar , cuando los maestres presentaronel caballero Desheredado al pié de los escalones de madera quesubian del palenque, al trono del Príncipe. Tan turbado estaba estecon el temor deque hubiese llegado á Inglaterra un hermano úquien tantos favores debia, y con quien se había mostrado tan ingratoy fementido, que no bastaron á tranquilizar sus dudas las diferenciasindicadas por "Waldemar. Cuando pronunciaba algunasfrases breves y mal digeridas sobre el valor del Desheredado, y dabaorden de que se le entregase el caballo que servia de premio, todoslos miembros de su cuerpo temblaban , como si aguardase quesaliese de aquella visera que tenia enfrente la voz sonora y formidablede Ricardo Corazón de león.Pero el caballero Desheredado no respondió una sola palabra i laarenga del Príncipe: solo le hizo una profunda reverencia.Dos volantes magníficamente vestidos condujeron el caballo, cubiertode un suntuoso arnés militar ; mas este adorno no realzabasu precio á los ojos de los inteligentes. El Desheredado puso le. manoen el arzón delantero, y saltó sobre la silla sin apoyar el pie enel estribo: blandió la lanza y recorrió dos veces la palestra, haciendolucir la gracia y el vigor del bruto, con toda la inteligencia ytino de un gánete consumado.Este rasgo de ostentación hubiera sido atribuido á vanidad encualquiera otra circunstancia, pero en aquella pareció generalmentedictado por el deseo de manifestar todo el mérito del galardóncon que el Príncipe le había favorecido: así que el público repitiócon nuevo ahinco sus gritos y aplausos.Al mismo tiempo el prior Aymer se acercó al Príncipe \ ie dijoal oido que era ya tiempo do que el campeón diese pruebas de subuen gusto, como las había dado de su valor, eligiendo entre lasdamas que hermoseaban las galerías, la que debia ocupar el tropo

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