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:Y¡2IVASIIOE.litud mas respetuosa que sumisa, aguardó la respuesta del Rey,como quien conoce la falta que ha cometido, y confia en la rectitudde los motivos que le han impulsado. Asomóse la cólera á los ojosdel Rey; pero este movimiento instantáneo cedió á la justicia naturalde su carácter.«El rey de los bosques, dijo, tiene miedo do que Ricardo dé finde su venado y de su vino seco: yo te convidaré á comer en Londres,y no te echaré tan pronto de mi mesa. Tienes razón, Robín:á caballo y marchemos. Hace una hora que estoy leyendo la inquietuden los ojos de 'Wilfrido: díme, ¿no tienes en tu cuadrillaalgún amigo que, no contento con estar predicando todo el dia,observa tus movimientos, y se pone de mal humor cuando tú haceslo que se te antoja?—Sí señor, respondió Robín Hood; esa es justamente la condiciónde mi teniente .luanito, que está ahora de espedicion en losconfinés de Escocia; y aseguro á V. A. que algunas veces me molestanlas libertades que loma: pero bien reflexionado, no puedoenfadarme contra quien se aflige por mi bien, y se inquieta pormis peligros.—Bien has dicho, contestó Ricardo; y si yo tuviera por un ladoá Ivanboe para dirijirme por sus graves consejos y amonestaciones,y á tí por otro para que me engañases en lo que crees convenienteá mi servicio, pronto me veria tan libre en mis accionescomo el esclavo atado á una cadena. Vamos, gente honrada, á Oo~ningsburgh, y no hablemos mas del asunto.»Robin notició al Rey y á su amigo que había enviado una partidade descubierta al camino, y que sin duda si había alguna emboscadapronto se tendría aviso: les dijo que por entonces no teniael menor peligro, pero que en todo caso, él y los suyos no se separaríande aquellos alrededores, y acudirían, como ya lo /odre;;hecho, á la menor novedad.Las prudentes y atentas precauciones adoptadas por el bandidopara la seguridad de Ricardo enternecieron su corazón geni-roso,y disiparon todas las sospechas que hubiera podido inspirarle el.artificio do que había echado mano. Presentóle otra vez la suya,asegurándole su perdón y su protección, y dándole palabra desuavizar las ordenanzas de montes y otras leyes tiránicas y opresivasque tenían á muchos buenos ingleses en un estado de perpetuarebeldía. Frustró las buenas intenciones del Monarca su

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