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168 IVAN'HOE.—Gracias por el viuo seco, respondió el bufón; pero ¿no crees tuque es caso de conciencia ayudar á convertir un santo varón en unpecador mundano"?—No tengas cuidado, dijo el ermitaño.—Así sea, respondió Wamba: y acabó la operación de atar los innumerablescordones del nuevo ropaje que el anacoreta había vestido, y entretanto l.ocksley hablaba aparte con el caballero.—No lo podéis negar, le decía: vos sois el caballero de la negraarmadura que decidió el combate en favor de los ingleses y encontra de los estranjeros el segundo día del paso de armas.—¿Y qué se inferiría de eso en caso de ser así? preguntó el Holgazán.—Si es así, respondió el montero, contaríamos con vuestro socorro cu favor del débil.—Mi obligación es socorrer al necesitado, dijo el caballero; y nocreo que hay razón para pensar de mí otra cosa.—Convendría sin embargo saber, dijo l.ocksley, si sois tan bueninglés como buen caballero; porque el negocio que tenemos entromanos atañe á todo hombre de bien, pero mas particularmente álos que tienen sangre, inglesa en las venas.—A nadie pueden ser mas caras Inglaterra y la vida de todo ii¡glés que á mí, respondió con entusiasmo el caballero.—Quiera Dios que asi sea. respondió el montero, pues nunca hanecesitado tanto Inglaterra del apoyo de los que la aman comoahora. Y ahora os hablaré de la empresa, en que, si sois realmenh'lo que decís, podréis tomar honrosa parte. Una cuadrilla de malsines, adoptando el trago de los que valen mas que ellos, se hanhecho dueños de la persona de un noble inglés, llamado Cedric o]Sajón, déla de su hija, y de la de su amigo Atbelstane de Coningsburgh, y los han llevado á uno de los castillos inmediatos. Dinaahorasi, como buen caballero y buen inglés, quieres y puedes ayodarnos á rescatarlos do sus enemigos.—Mis votos me obligan á ello, dijo el caballero; pero ¿quién eretúque tan á pechos tomas este negocio?—Yo no tengo nombre, dijo el montero, pero amo á mi patria ¿á todos los que la aman. Bástete saber esto de mí por ahora, puestoque nos debe bastar á nosotros lo que de tí has querido decirnosCree, sin embargo, que cuando empeño mi palabra, es tan inviolable como si calzara espuelas de oro.

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