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CAPÍTULO xxx. 259que se alza por todo el aposento? ¿Lo Las atribuido quizás á laturbación que ocasionan tus heridas, ó al desorden que ofusca tumaginacion? ¿No, Frente-de-buey: de otra causa procede. ¿Teacuerdas del pajar que está en el piso bajo de esta torre?—¡Mujer! esclamó furioso el liaron. ¿Le has pegado fuego? Pero,-i... ya veo... ya veo ¡as llamas...-Sí: dijo Lírica, ya cunden, ya se acercan al sitio en que estás.Esas llamas sirven de aviso á los sajones para que vengan á apagarlas.A Dios Frente-de-buey. Asístante en tu agonía Mista, Skogula,y Zernebock, divinidades do mi pueblo. En sus manos te dejo;pero sabe, si esto puede servirte de consuelo, que Lírica va áembarcarse contigo y á ser la. compañera de tu castigo como lo basido de tu culpa. A Dios, parricida. ¡Plugiese al cielo que hubiesecien lenguas en cada piedra, de este edificio, y que no cesasen derepetirte este dictado durante los pocos instantes que te quedan de\ ida!»i bebas estas palabras, salió del aposento, y Frente-de -buey oyó••1 tremendo ruido de les cerrojos y llaves, que ella aseguraba conel mayor esmero, á Jlu de quitarle basta la mas remota esperanza.Estovan, Mauro, Clemente, Gil, esclamaba en los últimos estremosdelterror y de la desesperación .. venid... que me quemo. Venidó mi ayuda, valiente Bois-Guilbert, intrépido Bracy. Frente-debuey os llama, traidores vasallos; vuestro amigo, perjuros y falsoscaballeros. Caigan sobre vosotros todas las maldiciones del infiernosi me dejais perecer tan miserablemente. ¿No me oís? No... nopueden oírme. Mi voz se confunde en el estrépito déla batalla. Elhumo se agolpa cada \ ez mas: las llamas calientan ya el piso. Vengaun soplo de aire, aunque sea á costa de mi aniquilación. -.El perverso,enagenado por el frenesí de, su despecho, repetía los gritosle, los combatientes; y después prorumpia en maldiciones espantosascontra sí mismo, céntralos hombres, contra todo la mas sagradoque ellos respetan. «Las llamas me rodean, gritaba; el demoniomarcha contra mí en medio de su propio elemento. Perversoespíritu, huye de aquí. No... no me llevarás solo. Vengan conmigoñus compañeros. Todos son tuyos; tuyos son también losmuros de mi fortaleza. ¿ Han de quedarse aquí el inmoral Templario,el licencioso Bracy? Lírica, vieja endemoniada, los hombresue me han ayudado en esta empresa, los perros sajones, y losmalditos judíos, mis prisioneros, todos, todos iremos juntos. ¡Como

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