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280 IVANHOE.«Noble caballero, dijo al del Candado, si no miras con desdenuna prenda de mi uso, ruégote que conserves esta para recuerdodel valor que has manifestado en tan memorable aventura y siconsientes en ello, y como sucede ordinariamente á los de tu profesión,te hallas en algún lance apurado en estos alrededores, tocaestas palabras con el cuerno así Wa-sa-hoa, y quizás nofaltará quien acuda á tu socorro.»Entonces aplicó el cuerno á los labios y repitió muchas vecesaquel toque, hasta que el caballero lo hubo aprendido.«Con todo mi corazón te agradezco tu regalo, dijo el caballero,y no podré jamás recibir ausilio mas eficaz ni mas de mi gusto queel que me dais tú y tus arrojados monteros. En seguida tocó elcuerno del mismo modo que se lo habia enseñado Locksley.—Perfectamente, dijo este; y bien se echa de ver que tanto entiendesde montería como de guerra. Apuesto á que has sido buencazador en tu tiempo. Camaradas, acordaos de este toque, que esde ahora en adelante propio y peculiar del caballero del CandadoEl que lo oiga y no acuda inmediatamenle, será azotado por mismanos con la cuerda de mi arco.—¡Yiva nuestro Capitán! gritaron con entusiasmo todos losmonteros. ¡Viva el caballero negro del Candado, y quiera Diosque se sirva de nosotros cuanto antes, para que vea si acudimos ásu ayuda.»Locksley procedió en seguida á la distribución del botin, lo queejecutó con la mas escrupulosa imparcialidad. Puso á un lado ladécima parte para el tesoro público; otra porción fué destinada áun fondo común de reserva; otra para las viudas é hijos de los quehabían perecido en la acción, y para el entierro y sufragios de losque no habían dejado familia. Lo demás se repartió entre los bandidos,según la clase y. servicios de cada cual; y cuando sobrevenia alguua duda, el Capitán decidía con gran madurez y prudencia,y su decisión era recibida con sumisión y sin réplica. El caballeroNegro observaba con estrañeza y admiración la equidad 3justicia que reinaba en aquellos hombres desalmados, y todo cuantooia y notaba aumentaba la idea que ya habia formado del ingenioy de la sensatez de su jefe.Cada uno de los monteros se apoderó de la parte que le correspondia. El que hacia de tesorero, acompañado de cuatro hombres,llevó la porción del fondo común, al sitio en que solían ocultarlo

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