05.08.2013 Views

Librodot En busca del tiempo perdido I Marcel ... - Biblioteca Virtual

Librodot En busca del tiempo perdido I Marcel ... - Biblioteca Virtual

Librodot En busca del tiempo perdido I Marcel ... - Biblioteca Virtual

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

Por un instante, mientras nos íbamos alejando, y mi abuelo<br />

murmuraba: .Ese infeliz de Swann, ¡qué papel le hacen representar!: se<br />

arreglan para que se vaya y pueda ella quedarse sola con su<br />

Charlus, porque es él, ¿sabes?, lo he reconocido. ¡Y esa niña,<br />

viéndolo todo!., la impresión que en mí dejara el tono despótico con<br />

que habló a Gilberta su madre, sin que ella replicara, me la<br />

mostró como obligada a obedecer a alguien, no siendo ya superior a<br />

todo, y calmó mi pena, me tornó la esperanza y disminuyó mi amor.<br />

Pero pronto ese amor volvió a elevarse de nuevo dentro de mí<br />

como reacción con que mi humillado corazón quería ponerse al nivel de<br />

Gilberta o rebajarla a ella hasta mi corazón. La quería, lamentaba no<br />

haber tenido <strong>tiempo</strong> e inspiración para ofenderla, para hacerle daño,<br />

para obligarla a que se acordara de mí. Me parecía tan bonita, que con<br />

gusto hubiera vuelto sobre mis pasos para gritarle, encogiéndome<br />

de hombros: .Es usted feísima, ridícula, repulsiva.<br />

Y entre tanto me iba alejando, llevándome para siempre como<br />

tipo primero de la felicidad inaccesible a los niños de mi clase, por<br />

leyes naturales, imposibles de violar, la imagen de una chiquilla<br />

rubia, con el cutis lleno de manchitas rosas, que tenía una azada<br />

en la mano y se reía, dejando escaparse hacia mí prolongadas<br />

miradas inexpresivas y solapadas. Y ya el encanto con que su nombre<br />

había aromado aquel lugar junto a las plantas de espino rosa, en que lo<br />

oímos ella y yo al mismo <strong>tiempo</strong>, iba a ganar, a impregnar, a perfumar<br />

todo lo que la rodeaba: sus abuelos, que los míos tuvieron la dicha<br />

inefable de tratar; la sublime profesión de agente de cambio, y el<br />

penoso barrio de los Campos Elíseos, donde ella vivía en París.<br />

-Leoncia -dijo mi abuelo al volver., me hubiera gustado que<br />

estuvieras con nosotros hace un momento. No conocerías<br />

Tansonville. Si me hubiera atrevido te habría cortado una rama de<br />

espino rosa, de esos que te gustaban tanto.<br />

Mi abuelo siempre contaba nuestros paseos a mi tía Leoncia, en<br />

parte para distraerla, y en parte porque no había <strong>perdido</strong> toda la<br />

esperanza de que llegara a salir alguna vez. Le gustaba mucho en<br />

<strong>tiempo</strong>s esa posesión y, además, las visitas de Swann fueron de las<br />

últimas que recibiera cuando ya tenía cerrada la puerta a todo el<br />

mundo. Y lo mismo que cuando Swann venía ahora a preguntar por ella<br />

(porque ella era la única persona de casa a quien Swann quería seguir<br />

viendo) le mandaba decir que estaba cansada, pero que lo dejaría<br />

subir otro día, así aquella noche contestó:<br />

-Sí, un día que haga bueno iré en coche hasta la puerta<br />

<strong>del</strong> parque.. Y lo decía sinceramente.<br />

<strong>Librodot</strong> <strong>En</strong> <strong>busca</strong> <strong>del</strong> <strong>tiempo</strong> <strong>perdido</strong> I <strong>Marcel</strong> Proust<br />

121

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!