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Librodot En busca del tiempo perdido I Marcel ... - Biblioteca Virtual

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Swann, sin embargo, hubiera debido reconocer que había<br />

antiguos amigos de sus padres, tan sencillos como los Verdurin,<br />

compañeros de sus años juveniles, que sentían el arte tanto como ellos,<br />

y que conocía a otras personas de una gran bondad, y que, sin embargo,<br />

desde que había optado por la sencillez, por el arte y por la grandeza de<br />

alma, ya nunca iba a verlos. Y es que esas personas no conocían a<br />

Odette, y aunque la hubieran conocido, no se habrían preocupado de<br />

acercársele.<br />

Así que, en el grupo de los Verdurin, no había<br />

indudablemente un solo fiel que los quisiera o que creyera quererlos<br />

tanto como Swann. Y, sin embargo, aquella vez que dijo el señor<br />

Verdurin que Swann no acababa de gustarle, no sólo expresó su<br />

propia opinión, sino que se anticipó a la de su mujer. El cariño que<br />

sentía Swann por Odette era muy particular, y no tuvo la atención de<br />

tomar a la señora de Verdurin como confidente diario de sus<br />

amores; la discreción con que Swann tomaba la hospitalidad de los<br />

Verdurin era muy grande, y muchas veces no aceptaba cuando lo<br />

invitaban a cenar, por un motivo de <strong>del</strong>icadeza que ellos no<br />

sospechaban, y creían que lo hacía por no perder una invitación en casa<br />

de algún pelma; además, y no obstante todo lo que hizo Swann por<br />

ocultársela, se habían ido enterando poco a poco de la gran<br />

posición de Swann en el mundo aristocrático; y todo eso contribuía a<br />

fomentar en los Verdurin una antipatía hacia Swann. Pero la<br />

verdadera razón era muy otra. Y es que se dieron cuenta en seguida de<br />

que en Swann había un espacio impenetrable y reservado, y que allí<br />

dentro seguía profesando para sí que la princesa de Sagan no era<br />

grotesca, y que las bromas de Cottard no eran graciosas; en suma, y<br />

aunque Swann jamás abandonara su amabilidad ni se revolviera<br />

contra sus dogmas, que existía una imposibilidad de imponérselos, de<br />

convertirlo por completo, tan fuerte como nunca la vieran en nadie.<br />

Hubieran pasado por alto que tratara a pelmas .a los cuales Swann<br />

prefería mil veces en el fondo de su corazón los Verdurin y su<br />

cogollito., con tal de que hubiera consentido, para dar buen<br />

ejemplo, en renegar de ellos <strong>del</strong>ante de los fieles. Pero era ésta una<br />

abjuración que comprendieron muy bien que no habían de arrancarle<br />

nunca.<br />

¡Qué diferencia con un nuevo., invitado a ruegos de<br />

Odette, aunque sólo había hablado con él unas cuantas veces, y en el<br />

que fundaban los Verdurin grandes esperanzas: el conde de<br />

Forcheville! (Resultó que era cuñado de Saniette, cosa que<br />

sorprendió grandemente a los fieles porque el anciano archivero era<br />

<strong>Librodot</strong> <strong>En</strong> <strong>busca</strong> <strong>del</strong> <strong>tiempo</strong> <strong>perdido</strong> I <strong>Marcel</strong> Proust<br />

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