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Librodot En busca del tiempo perdido I Marcel ... - Biblioteca Virtual

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Odette, ésta contestó. Sí, muy hermosas. y a Swann lo <strong>del</strong>eitó esta<br />

sencillez.<br />

Pidió detalles relativos a Vinteuil, a sus obras, la época en que<br />

vivió y a la significación que él podría dar a la frase, que es lo que más<br />

le interesaba.<br />

Pero ninguna de aquellas personas que, al parecer, profesaban<br />

gran admiración al autor de la sonata (cuando Swann dijo que la<br />

sonata le parecía muy hermosa, la señora de Verdurin exclamó:<br />

-Vaya si es hermosa. Pero no debe uno confesar que no ha oído<br />

la sonata de Vinteuil, no hay derecho a no conocerla., a lo que<br />

añadió el pintor:<br />

-.Es una cosa enorme, verdad. No es la cosa de público<br />

bonita y tal, no; Pero para los artistas es de una emoción grande.), supo<br />

contestar a sus preguntas, sin duda porque nunca se las habían hecho<br />

ellos.<br />

Y cuando Swann hizo una o dos observaciones concretas sobre<br />

la frase que le gustaba, dijo la señora de Verdurin:<br />

-Pues, mire usted, nunca me había fijado; bien es verdad que a<br />

mí no me gusta meterme en camisa de once varas ni extraviarme en la<br />

punta de una aguja; aquí no perdemos el <strong>tiempo</strong> en pedir peras al olmo,<br />

no somos así.; mientras que el doctor Cottard la miraba desenvolverse<br />

entre aquel torrente de locuciones con admiración beatífica y<br />

estudioso fervor. Por lo demás, él y su mujer, con ese buen sentido<br />

propio de algunas lentes <strong>del</strong> pueblo, se guardaban mucho de dar<br />

una opinión o de fingir admiración cuando se trataba de una música que<br />

para ellos, según se confesaba luego mutuamente el matrimonio al<br />

volver a casa, era tan incomprensible como la pintura <strong>del</strong> señor<br />

Biche. Y es que como la gracia, lo atractivo, las formas de la<br />

naturaleza, no llegan al público más que a través de los lugares<br />

comunes de un arte lentamente asimilado, lugares comunes que todo<br />

artista original empieza por desechar, los Cottard, imagen en esto <strong>del</strong><br />

público, no veían ni en la sonata de Vinteuil ni en los retratos <strong>del</strong><br />

pintor lo que para ellos era armonía en música y belleza en<br />

pintura. Cuando el pianista tocaba les parecía que iba sacando al<br />

azar <strong>del</strong> piano notas que no estaban enlazadas por las formas que ellos<br />

tenían costumbre de oír, y que el pintor echaba los colores<br />

caprichosamente en el lienzo. Si alguna vez reconocían una forma en<br />

un cuadro <strong>del</strong> pintor la juzgaban pesada y vulgar (es decir, sin la<br />

elegancia consagrada por la escuela de pintura, con cuyos anteojos<br />

veían hasta a la gente que andaba por la calle) y sin ninguna<br />

veracidad, como si Biche no hubiera sabido cómo era un hombre o<br />

ignorara que las mujeres no tienen el pelo color malva.<br />

<strong>Librodot</strong> <strong>En</strong> <strong>busca</strong> <strong>del</strong> <strong>tiempo</strong> <strong>perdido</strong> I <strong>Marcel</strong> Proust<br />

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