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Librodot En busca del tiempo perdido I Marcel ... - Biblioteca Virtual

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el estudiante de estética que interroga apasionadamente los documentos<br />

que nos quedan sobre la Florencia <strong>del</strong> siglo XV, para penetrar más<br />

profundamente en el alma de la Primavera, de la bella Vanna, o de la<br />

Venus, de Botticelli.<br />

Muchas veces la miraba, soñando, sin decirla nada; y ella<br />

decía:<br />

-¡Qué triste estás!.. Aún no hacía mucho <strong>tiempo</strong> que de la idea<br />

de una Odette buena, igual o mejor que otras criaturas que él conocía,<br />

pasó a la idea de una Odette mujer entretenida; ahora, por el<br />

contrario, le había sucedido que de la Odette de Crécy, quizá muy<br />

conocida de la gente juerguista, de los mujeriegos, había retornado a<br />

aquel rostro de expresión tan suave a veces, a aquel temperamento tan<br />

humano. Se decía: .Qué significa eso de que en Niza todo el mundo<br />

sepa quién es Odette de Crécy? Esas reputaciones, por ciertas que sean,<br />

las han formado las ideas ajenas.; y creía que tal leyenda .aunque fuera<br />

auténtica. era algo externo a Odette; no era como una personalidad<br />

suya, irreductible y dañina; que la criatura que acaso se vio en la<br />

necesidad de obrar mal era una mujer de mirar bondadoso, de corazón<br />

compasivo para con los que sufren, de cuerpo dócil, que él había tenido<br />

en sus brazos, que él había manejado, una mujer que acaso podría<br />

llegar algún día a ser enteramente suya, si lograba hacérsela<br />

indispensable.<br />

Allí estaba, cansada muchas veces, con el rostro libre de<br />

esas desconocidas cosas que tanto hacían sufrir a Swann; se apartaba el<br />

pelo de la frente con la mano; su frente y su cara parecían<br />

agrandarse, y entonces, de pronto, un pensamiento sencillamente<br />

humano, un buen sentimiento de esos que tienen todas las criaturas<br />

cuando se abandonan a sí mismas en un instante de descanso o de<br />

recogimiento, brotaba de sus ojos como un rayo amarillo. Y en<br />

seguida, todo su rostro se iluminaba como una gris campiña, cuando las<br />

nubes que cubren el cielo se apartan, para el momento de la<br />

transfiguración, en la hora <strong>del</strong> poniente. Swann habría podido<br />

compartir la vida que en aquel momento latía en Odette, el porvenir que<br />

ella entreveía como un sueño; en el fondo de esa vida y de ese futuro,<br />

ninguna cosa mala había dejado su residuo. Aquellos momentos,<br />

aunque muy raros, no fueron inútiles. Con el recuerdo, Swann iba<br />

ensamblando aquellas parcelas, suprimía los intervalos; moldeaba,<br />

como en oro, una Odette bondadosa y tranquila, por la que hizo más<br />

a<strong>del</strong>ante .como se verá en la segunda parte de esta obra. sacrificios<br />

que nunca habría logrado la otra Odette. Pero ¡qué escasos eran<br />

esos instantes y qué de tarde en tarde la veía! Ni siquiera en las citas<br />

nocturnas, pues ahora Odette aguardaba al último minuto para<br />

<strong>Librodot</strong> <strong>En</strong> <strong>busca</strong> <strong>del</strong> <strong>tiempo</strong> <strong>perdido</strong> I <strong>Marcel</strong> Proust<br />

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