05.08.2013 Views

Librodot En busca del tiempo perdido I Marcel ... - Biblioteca Virtual

Librodot En busca del tiempo perdido I Marcel ... - Biblioteca Virtual

Librodot En busca del tiempo perdido I Marcel ... - Biblioteca Virtual

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

vendría un poco antes o un poco después; y con esa espera era mucho<br />

más grande la emoción de que se revestían no sólo los Campos Elíseos<br />

enteros y el espacio de la tarde, como vasta extensión de <strong>tiempo</strong>, que a<br />

cualquier momento podría revelarme, en un punto cualquiera de ella,<br />

la aparición de la imagen de Gilberta, sino esta misma imagen,<br />

porque detrás de ella veía yo oculta la razón de que viniera a herirme en<br />

pleno corazón a las cuatro en vez de a las dos y media, con sombrero<br />

de visita y con boina de juego, por <strong>del</strong>ante de los .Embajadores.,<br />

y no por entre los guiñols y adivinaba yo allí escondida una de<br />

esas preocupaciones en que no me era dable acompañar a Gilberta,<br />

que la obligaban a salir o a quedarse en casa, y me ponía así en<br />

contacto con su vida desconocida. Ese mismo misterio me preocupaba<br />

cuando, al echar yo a correr, por orden de la chiquilla de voz breve,<br />

para llegar en seguida y empezar la partida, veía a Gilberta, tan<br />

brusca y viva con nosotros, haciendo una reverencia a la dama de<br />

los Debates (que le decía: .Vaya un sol hermoso, parece fuego.),<br />

hablándole con tímida sonrisa y aire muy modoso que me evocaba la<br />

muchachita distinta que Gilberta debía ser con sus padres, con los<br />

amigos de sus padres, de visita, en toda aquella vida suya que a mí se<br />

me escapaba. Pero nadie me daba una impresión tan clara de esa<br />

existencia como el señor Swann, que iba un poco más tarde a <strong>busca</strong>r<br />

a su hija. Tanto él como su señora .por vivir Gilberta en su casa,<br />

por depender de ellos sus estudios, sus juegos y sus amistades. se me<br />

representaban, más aún que la misma Gilberta, con inaccesible<br />

incógnito y dolorosa seducción, que parecía tener su fuente en marido<br />

y mujer. Todo lo que a ellos se refería me preocupaba constantemente,<br />

y los días como aquel en que el señor Swann (que antes, cuando<br />

era amigo de mi familia, veía tan frecuentemente sin que me llamara<br />

la atención) iba a <strong>busca</strong>r a su hija a los Campos Elíseos, cuando ya<br />

se había calmado el acelerado latir <strong>del</strong> corazón, que me entraba al ver<br />

de lejos su sombrero gris y su abrigo con esclavina, su aspecto<br />

seguía impresionándome como el de un personaje histórico sobre el que<br />

hemos leído muchos libros y que nos interesa en sus menores<br />

detalles. Su amistad con el conde de París, de la que yo oía hablar en<br />

Combray, sin la mínima emoción, me parecía ahora maravillosa, como<br />

si nadie hubiera conocido nunca a los Orleáns más que él, y lo hacía<br />

destacarse vivamente sobre el fondo vulgar de los paseantes de distintas<br />

clases, que llenaban aquel paseo de los Campos Elíseos, admirándome<br />

yo de que consintiera en pasearse por entre aquellas gentes, sin<br />

reclamar de ellas honores especiales, que a nadie se le ocurría tributarle<br />

por el profundo incógnito en que se envolvía.<br />

<strong>Librodot</strong> <strong>En</strong> <strong>busca</strong> <strong>del</strong> <strong>tiempo</strong> <strong>perdido</strong> I <strong>Marcel</strong> Proust<br />

343

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!