05.08.2013 Views

Librodot En busca del tiempo perdido I Marcel ... - Biblioteca Virtual

Librodot En busca del tiempo perdido I Marcel ... - Biblioteca Virtual

Librodot En busca del tiempo perdido I Marcel ... - Biblioteca Virtual

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

tía, y más vivo agrado, porque añadíamos al prestigio de formar parte<br />

de la familia (y Francisca guardaba a los invisibles lazos que crea<br />

entre los individuos de una familia, la circulación de una misma sangre,<br />

tanto respeto como un trágico griego) el encanto de no ser los amos de<br />

siempre. Y por eso nos recibía con gran alegría, compadeciéndonos<br />

porque no hacía mejor <strong>tiempo</strong>, la víspera de Pascua, día de<br />

nuestra llegada, en que a veces aun soplaba un viento glacial, y<br />

cuando mamá le preguntaba por su hija y sus sobrinos, si su nieto era<br />

bueno y qué pensaban hacer de él, y si se parecía a su abuela.<br />

Y cuando ya no había gente <strong>del</strong>ante, mamá, que sabía que<br />

Francisca lloraba todavía a sus padres, muertos hacía muchos años, le<br />

hablaba de ellos bondadosamente, inquiriendo mil detalles.<br />

Mamá había adivinado que Francisca no quería a su yerno y que<br />

éste le aguaba el placer que sentía en estar con su hija, porque cuando<br />

él estaba <strong>del</strong>ante no podían hablar con libertad. Así que cuando<br />

Francisca iba a verlos, a unas leguas de Combray, mi madre le decía<br />

sonriendo: «¿Verdad, Francisca, que si Julián ha tenido que salir y tiene<br />

usted a Margarita para usted sola todo el día, lo sentirá usted mucho,<br />

pero acabará por resignarse?» y Francisca respondía riéndose: «La<br />

señora lo sabe todo, es peor que los rayos X (y decía X con una<br />

dificultad afectada y una sonrisa para burlarse de su ignorancia,<br />

que se atrevía a emplear ese término científico), que trajeron para<br />

la señora Octave y que ven lo que tiene uno en el corazón»; y<br />

desaparecía turbada porque hablaban de ella, acaso para que no la<br />

vieran llorar; mamá era la primera persona que le daba la alegría de<br />

sentir que su vida, sus dichas y sus disgustos de aldeana podían ofrecer<br />

interés y ser motivo de gozo o tristeza para otra persona además<br />

de ella. Mi tía se resignaba a prescindir un poco de Francisca durante<br />

nuestra estancia, porque sabía cuánto apreciaba mi madre los<br />

servicios de aquella criada tan inteligente y activa, que estaba tan<br />

flamante, desde las cinco de la mañana, en la cocina, con su cofia, cuyo<br />

encañonado, brillante y tieso, parecía de porcelana, como para ir a<br />

misa; que lo hacía todo bien, trabajando como una caballería,<br />

estuviera buena o no, y siempre sin meter ruido, como si no<br />

hiciera nada, y la única criada de mi tía que cuando mamá pedía<br />

agua caliente o café puro los traía verdaderamente a punto de<br />

hervir; era una de esas criadas que en una casa son de las que<br />

desagradan a primera vista a un extraño, quizá porque no se toman el<br />

trabajo de conquistarlo ni lo agasajan, porque saben muy bien que no lo<br />

necesitan, y que antes de despedirla a ella dejarían de recibirlo; pero<br />

que, en cambio, son las que se ganan mejor el apego de los amos<br />

que han puesto a prueba su capacidad real y no se preocupan por esa<br />

<strong>Librodot</strong> <strong>En</strong> <strong>busca</strong> <strong>del</strong> <strong>tiempo</strong> <strong>perdido</strong> I <strong>Marcel</strong> Proust<br />

46

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!