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Librodot En busca del tiempo perdido I Marcel ... - Biblioteca Virtual

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sentimentalismo. Mientras tanto, la marquesa de Gallardon pensaba<br />

que sentía mucho no ver con más frecuencia a la princesa de los<br />

Laumes, porque estaba deseando darle una lección no contestando a<br />

su saludo. No sabía que tenía muy cerca a su prima. Un<br />

movimiento de cabeza de la vizcondesa de Franquetot descubrió a la<br />

princesa. E inmediatamente la Gallardon se precipitó hacia ella,<br />

molestando a todo el mundo; pero como no quería perder aquel porte<br />

altivo y glacial, que recordaba a todos que no deseaba mucho trato con<br />

una persona en cuyos salones podía encontrarse a la princesa Matilde,<br />

y a la que ella no debía ir a saludar primero, porque .no era de<br />

su <strong>tiempo</strong>., quiso compensar aquel porte de reserva y orgullo con<br />

algunas palabras que justificaran su saludo y obligaran a la princesa a<br />

entrar en conversación; así que en cuanto se vio cerca de su prima, con<br />

rostro seco y tendiendo la mano como una carta forzada, le dijo:<br />

-¿Qué tal está tu marido?, con el mismo tono de preocupación<br />

que si el príncipe estuviera gravemente enfermo. La princesa se<br />

echó a reír con una risa muy suya, que quería indicar a los demás<br />

que se estaba riendo de una persona y que al mismo <strong>tiempo</strong> la<br />

embellecía, concentrando los rasgos de su rostro en torno a su<br />

animada boca y a sus ojos brillantes, y le respondió:<br />

-¡Pero si está divinamente!<br />

Y todavía siguió riéndose. Sin embargo, la marquesa de<br />

Gallardon, enderezando el busto y con el rostro ya más frío, aunque<br />

todavía preocupado por el estado de salud <strong>del</strong> príncipe, dijo a su prima:<br />

-Oriana (y aquí la princesa miró asombrada y risueña a un<br />

invisible tercer personaje, al que tomaba por testigo de que nunca<br />

autorizó a la marquesa para que la llamara por su nombre de pila),<br />

tengo mucho interés en que vayas mañana a casa a oír un quinteto con<br />

clarinete de Mozart. Me gustaría saber tu opinión.<br />

Y parecía, no que estaba haciendo una invitación, sino que<br />

pedía un favor, que necesitaba el parecer de la princesa sobre el<br />

cuarteto de Mozart, como si fuera el plato original de una nueva<br />

cocinera y deseara saber lo que opinaba un entendido de sus méritos<br />

culinarios.<br />

-Conozco el quinteto, y te puedo decir ahora mismo lo<br />

que me parece.<br />

-Sabes, mi marido no está muy bien <strong>del</strong> hígado... se alegrará<br />

mucho de verte .replicó la Gallardon, que ahora imponía a la<br />

princesa la asistencia a su fiesta como un deber de caridad.<br />

A la princesa no le gustaba decir a una persona que no quería ir<br />

a su casa. Y todos los días escribía cartas lamentándose de no<br />

haber podido ir, por una inopinada visita de su suegra, por una<br />

<strong>Librodot</strong> <strong>En</strong> <strong>busca</strong> <strong>del</strong> <strong>tiempo</strong> <strong>perdido</strong> I <strong>Marcel</strong> Proust<br />

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