05.08.2013 Views

Librodot En busca del tiempo perdido I Marcel ... - Biblioteca Virtual

Librodot En busca del tiempo perdido I Marcel ... - Biblioteca Virtual

Librodot En busca del tiempo perdido I Marcel ... - Biblioteca Virtual

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

que un título., añadió con cierto pesar. Y a Swann le gustaba que<br />

Odette fuera así; lo mismo que si se hubiera enamorado de una bretona,<br />

se habría alegrado de verla con su cofia y de oírle decir que creía en<br />

los fantasmas. Hasta entonces, como ocurre a muchos hombres en<br />

quienes la afición al arte se desarrolla independientemente de su<br />

sensualidad, había reinado una extraña disparidad entre la manera de<br />

satisfacer ambas cosas, y gozaba en la compañía de mujeres de lo más<br />

grosero, las seducciones de obras de lo más refinado, llevando, por<br />

ejemplo, a una criadita a un palco con celosía para ver representar una<br />

obra decadente que tenía unas de oír o una exposición de pintura<br />

impresionista, convencido, por lo demás, de que una mujer<br />

aristocrática y culta no se hubiera enterado más que la chiquilla<br />

aquella, pero no hubiera sabido callarse con tanta gracia. Ahora, al<br />

contrario, desde que quería a Odette, le era tan grato simpatizar con ella<br />

y aspirar a no tener más que un alma para los dos, que se esforzaba<br />

por encontrar agradables las cosas que a ella le gustaban, y se<br />

complacía tanto más profundamente, no sólo en imitar sus<br />

costumbres, sino en adoptar sus opiniones, cuanto que, como no tenían<br />

base alguna en su propia inteligencia, le recordaban su amor como<br />

único motivo de que le gustaran esas cosas. Si iba dos veces a Sergio<br />

Panine, o <strong>busca</strong>ba las ocasiones de oír como dirigía Olivier Métra, era<br />

por el placer de iniciarse en todos los conceptos de Odette y sentirse<br />

partícipe de todos sus gustos. Y aquel hechizo, para acercar su<br />

alma a la de Odette, que tenían las obras o los sitios que le<br />

gustaban, llegó a parecerle más misterioso que el que contienen<br />

obras mucho más hermosas, pero que no le recordaban a Odette.<br />

Además, como había ido dejando que flaquearan las creencias<br />

intelectuales de su juventud, y como su escepticismo de hombre<br />

elegante se había extendida hasta ellas, inconscientemente, creía .o por<br />

lo menos así lo había creído por tanto <strong>tiempo</strong> que aún lo decía. que los<br />

objetos sobre que versan nuestros gustos artísticos no tienen en sí valor<br />

absoluto, sino que todo es cuestión de época y lugar, y depende de las<br />

modas, las más vulgares de las cuales valen lo mismo que las que pasan<br />

por más distinguidas. Y como juzgaba que la importancia que Odette<br />

atribuía a tener entrada para el barnizado de los cuadros de la<br />

Exposición no era en sí misma más ridícula que el placer que sentía él<br />

en otro <strong>tiempo</strong>, cuando almorzaba con el príncipe de Gales, parecíale<br />

que la admiración que profesaba Odette por Montecarlo o por el Righi<br />

no era más absurda que la afición suya a Holanda, que Odette se<br />

figuraba como un país muy feo, o a Versalles, que a Odette se le<br />

antojaba muy triste. Y se abstenía de ir a esos sitios, porque<br />

<strong>Librodot</strong> <strong>En</strong> <strong>busca</strong> <strong>del</strong> <strong>tiempo</strong> <strong>perdido</strong> I <strong>Marcel</strong> Proust<br />

209

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!