05.08.2013 Views

Librodot En busca del tiempo perdido I Marcel ... - Biblioteca Virtual

Librodot En busca del tiempo perdido I Marcel ... - Biblioteca Virtual

Librodot En busca del tiempo perdido I Marcel ... - Biblioteca Virtual

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

dármelo, y eso sin ninguna compensación, porque para ellos no era<br />

placer alguno. Así que, por discreción, desviaba la conversación.<br />

Y también por escrúpulo de conciencia. Todas las raras<br />

seducciones que para mí adornaban el nombre de Swann las encontraba<br />

en ese nombre cuando ellos lo pronunciaban. Y entonces se me<br />

figuraba de pronto que mis padres no podían por menos de sentir<br />

también esas seducciones, que se colocaban en mi punto de vista; que a<br />

su vez advertían mis sueños, los absorbían, los hacían suyos, y<br />

me sentía tan apenado como si hubiera vencido y depravado a mis<br />

padres.<br />

Aquel año, cuando mis padres, un poco antes que de<br />

costumbre, decidieron la fecha de vuelta a París, la mañana <strong>del</strong> día de<br />

salida me rizaron el pelo para retratarme, pusiéronme con mucho<br />

cuidado un sombrero nuevo y me vistieron una casaca de terciopelo; mi<br />

madre estuvo buscándome por todas partes, y, por fin, me<br />

encontró llorando a lágrima viva en el atajo que va a Tansonville,<br />

despidiéndome de los espinos, abrazando sus punzantes ramas y<br />

pisoteando mis papillotes y mi sombrero nuevo, como una princesa de<br />

tragedia a quien pesaran sus vanos atavíos, sin la menor gratitud para la<br />

persona que con tanto cuidado me había hecho los lazos y me había<br />

arreglado el peinado. Mi llanto no conmovió a mi madre; pero no pudo<br />

retener un grito al ver mi sombrero aplastado y mi casaquita<br />

estropeada. Yo no la oía. .¡Pobres espinitos míos! –decía yo llorando.,<br />

vosotros no queréis que yo esté triste; no queréis que me vaya,<br />

¿verdad? Nunca me habéis hecho nada malo. Os querré mucho<br />

siempre.. Y secándome las lágrimas, les prometía para cuando<br />

fuera mayor no imitar la insensata vida de los demás hombres, y al<br />

llegar los días de primavera, aunque estuviera en París, salir al campo a<br />

ver los primeros espinos, en vez de hacer visitas y escuchar tonterías.<br />

Ya en el campo, no nos separábamos de los espinos en todo el<br />

resto <strong>del</strong> paseo, cuando íbamos por el lado de Méséglise.<br />

Recorríalos constantemente, invisible caminante, el viento, que<br />

para mí era el genio particular de Combray. Todos los años el día que<br />

llegábamos, yo, para tener la sensación cabal de estar en Combray,<br />

subía a verlo correr por entre los sayos y a correr tras de él. Siempre<br />

llevábamos el viento al Méséglise, por aquella combada plana, donde<br />

se pasan leguas y leguas sin que el terreno se quiebre nunca. Sabía yo<br />

que la hija de Swann iba a menudo a Laon a pasar unos días, y aunque<br />

Laon se hallaba a bastantes leguas, como la distancia estaba<br />

compensada por la falta de obstáculos, cuando en aquellas cálidas<br />

tardes veía venir un soplo de viento <strong>del</strong> extremo horizonte inclinando<br />

los trigales más distantes, propagándose como una ola por aquella vasta<br />

<strong>Librodot</strong> <strong>En</strong> <strong>busca</strong> <strong>del</strong> <strong>tiempo</strong> <strong>perdido</strong> I <strong>Marcel</strong> Proust<br />

123

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!