05.08.2013 Views

Librodot En busca del tiempo perdido I Marcel ... - Biblioteca Virtual

Librodot En busca del tiempo perdido I Marcel ... - Biblioteca Virtual

Librodot En busca del tiempo perdido I Marcel ... - Biblioteca Virtual

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

una aplicación constante y altiva, despectiva, amarga y<br />

concienzuda. Alto, bien formado, de rostro fino y pensativo, con<br />

largos bigotes rubios, mirar azul y desengañado, de cortesía extremada<br />

y de conversación tan grata como nunca la oímos, era a los ojos de mi<br />

familia, que le citaba siempre como dechado, el tipo <strong>del</strong> hombre<br />

selecto, que tomaba la vida <strong>del</strong> modo más noble y <strong>del</strong>icado. Lo único<br />

que le censuraba mi abuela era hablar un poco mejor de lo debido, de<br />

un modo un tanto libresco, y de que su lenguaje careciera de la<br />

naturalidad que tenían sus chalinas siempre flotantes y su americana<br />

recta, casi de estudiante. También le extrañaban los inflamados párrafos<br />

que a veces lanzaba contra la aristocracia, la vida mundana, y el<br />

snobismo, «que seguramente era el pecado en que pensaba San Pablo al<br />

hablar de un pecado que no tiene remisión».<br />

La ambición mundana era un sentimiento tan imposible de<br />

sentir y casi de comprender para mi abuela, que le parecía gastar<br />

tanta pasión en difamarla. Además no le parecía cosa de muy buen<br />

gusto que el señor Legrandin, que tenía una hermana casada, cerca de<br />

Balbec, con un hidalgo de la Normandía Baja, se entregara a tan<br />

violentos ataques contra los nobles, llegando casi hasta a reprochar a la<br />

Revolución el no haberlos guillotinado a todos.<br />

-Salud, amigos míos .decía viniendo a nuestro encuentro..<br />

Felices ustedes que pueden vivir mucho aquí. Yo, mañana, tengo que<br />

volverme a París, a meterme en mi rincón.<br />

-¡Ah! .añadía con aquella sonrisa suavemente irónica y<br />

desencantada; un tanto distraída, que le era peculiar., cierto que tengo<br />

en casa toda clase de cosas inútiles. Sólo me falta lo necesario, es decir,<br />

un gran espacio de cielo, como aquí. Procura guardar siempre por<br />

encima de tu vida un buen espacio de cielo, joven .añadía,<br />

volviéndose hacia mí.. Tienes un alma muy buena, poco usual, y una<br />

naturaleza de artista, así que no consientas que le falte lo que necesita.<br />

Cuando, al regreso, mi tía nos mandaba preguntar si la señora de<br />

Goupil había llegado tarde a misa, no podíamos informarle.<br />

<strong>En</strong> cambio, le dábamos una preocupación más diciéndole que<br />

había en la iglesia un pintor copiando la vidriera de Gilberto el Malo.<br />

Francisca, enviada inmediatamente por su ama a la tienda de<br />

ultramarinos, volvía con las manos vacías, por culpa de que no<br />

estuviera allí Teodoro, el cual, gracias a su doble profesión de cantor de<br />

la iglesia, encargado en parte de su limpieza, y de dependiente de<br />

ultramarinos, tenía conocidos en todas partes y un saber enciclopédico.<br />

-¡Ay! .suspiraba mi tía., ¡ojalá fuera ya la hora de que venga<br />

Eulalia! Ella es la única que podrá informarme.<br />

<strong>Librodot</strong> <strong>En</strong> <strong>busca</strong> <strong>del</strong> <strong>tiempo</strong> <strong>perdido</strong> I <strong>Marcel</strong> Proust<br />

58

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!