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Librodot En busca del tiempo perdido I Marcel ... - Biblioteca Virtual

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ocurría algo, y les decían, como se dice en el Reichstag en los<br />

momentos interesantes: .Oiga, oiga.. Y al día siguiente se daba el<br />

pésame a los que no pudieron presenciarlo, diciéndoles que la<br />

escena fue más divertida aún que de costumbre.<br />

-Bueno, pues ya está, no tocará más que el andante.<br />

-¡Eh, eh!, el andante, pues no vas tú poco aprisa –exclamó la<br />

señora.. Pues el andante es precisamente el que me deshace de brazos y<br />

piernas. ¡Sí que tiene unas cosas el amo! Es como si nos dijera,<br />

hablando de la .novena., que sólo tocaran el final, o de Los Maestros<br />

Cantores, la obertura nada más.<br />

El doctor, entre tanto, animaba a la señora de Verdurin para que<br />

dejara tocar al pianista, no porque creyera que eran de mentira las<br />

perturbaciones que le causaba la música .las consideraba como estados<br />

neurasténicos., sino por este hábito tan frecuente en muchos<br />

médicos de aflojar inmediatamente la severidad de sus órdenes en<br />

cuanto hay en juego, cosa que les parece mucho más importante, alguna<br />

reunión mundana en donde ellos están, y que tiene como factor esencial<br />

a una persona a quien aconsejan que por aquella noche no se acuerde de<br />

su dispepsia o su gripe.<br />

-No, esta vez no le pasará nada, ya lo verá –dijo<br />

intentando sugestionarla con la mirada.. Y si le pasa algo, ya la<br />

curaremos.<br />

-¿De veras? .contestó la señora de Verdurin, como si ante la<br />

esperanza de tal favor ya no cupiera más recurso que capitular.<br />

También, quizá a fuerza de decir que se iba a poner mala, había<br />

momentos en que ya no se acordaba que era mentira y estaba<br />

mentalmente enferma. Y hay enfermos que, cansados de tener que estar<br />

siempre imponiéndose privaciones para evitar un ataque de su<br />

enfermedad, se dan a la ilusión de que podrán hacer impunemente lo<br />

que les gusta, y de ordinario les sienta mal, a condición de<br />

entregarse en manos de un ser poderoso que, sin que tengan ellos que<br />

molestarse nada, con una píldora o una palabra los pongan<br />

buenos.<br />

Odette había ido a sentarse en un canapé forrado de tapices de<br />

Beauvais, al lado <strong>del</strong> piano.<br />

-Yo ya tengo mi sitio .dijo a la señora de Verdurin, la cual,<br />

viendo que Swann se sentó en una silla, lo hizo levantarse.<br />

-Ahí no está usted bien, siéntese usted junto a Odette.<br />

¿Verdad que hará usted un huequecito al señor Swann, Odette?<br />

-Bonito tapiz .dijo Swann al ir a sentarse, en su deseo de<br />

mostrarse cumplido.<br />

<strong>Librodot</strong> <strong>En</strong> <strong>busca</strong> <strong>del</strong> <strong>tiempo</strong> <strong>perdido</strong> I <strong>Marcel</strong> Proust<br />

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