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Librodot En busca del tiempo perdido I Marcel ... - Biblioteca Virtual

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diabólica que debía corresponder a una vida como sería la suya. Me<br />

costaba trabajo creer que era una cocotte, y sobre todo, nunca, me<br />

hubiera creído que era una cocotte elegante, a no haber visto el<br />

coche de dos caballos, el traje de rosa y el collar de perlas, y de no<br />

saber que mi tío no trataba más que a las de altos vuelos. Y me<br />

preguntaba qué placer podía sacar el millonario que le pagaba hotel,<br />

coche y alhajas, de comerse su fortuna por una persona de modales tan<br />

sencillos y tan correctos. Y, sin embargo, al pensar en lo que debía ser<br />

su vida, la inmoralidad de la vida aquella me turbaba mucho más que si<br />

se hubiera concretado ante mí en una apariencia especial, por ser tan<br />

invisible como el secreto de una novela, por el escándalo que debió<br />

de echarla de casa de sus padres, acomodados y entregarla a todo el<br />

mundo, dando pleno desarrollo a su belleza, y elevando hasta el mundo<br />

galante y el halago de la notoriedad, a una mujer que, por sus gestos y<br />

sus entonaciones de voz, tan semejantes a los que yo viera en otras<br />

damas; se me representaba, sin querer, como a una muchacha de buena<br />

familia, que ya no era de ninguna familia.<br />

Habíamos pasado al despacho, y mi tío, un poco molesto<br />

por mi presencia, le ofreció cigarrillos.<br />

-No -dijo ella., ya sabe usted que estoy acostumbrada a los que<br />

me manda el gran duque. Ya le he dicho que esos cigarrillos le dan a<br />

usted envidia. .Y sacó de una pitillera unos pitillos cubiertos de<br />

inscripciones doradas en letras extranjeras.. Pero me parece que sí, que<br />

he visto en casa de usted al padre de este joven. ¿No es sobrino de<br />

usted? ¿Cómo lo voy a olvidar si fue tan amable, tan exquisitamente<br />

fino conmigo? .dijo con tono sencillo y tierno.<br />

Pero yo, pensando en cómo pudo haber sido la ruda acogida,<br />

que ella decía exquisitamente fina de mi padre, cuya reserva y frialdad<br />

me eran bien conocidas, me sentí molesto, como si fuera por una falta<br />

de <strong>del</strong>icadeza en que mi padre hubiera incurrido, al apreciar la<br />

desigualdad existente entre lo que debió ser por su escasa amabilidad y<br />

el generoso reconocimiento que la dama le atribuía. Más tarde, me ha<br />

parecido que uno de los aspectos conmovedores de la vida de esas<br />

mujeres ociosas y estudiosas es el consagrar su generosidad, su talento,<br />

un ensueño siempre disponible de belleza sentimental porque ellas, lo<br />

mismo que los artistas, no lo realizan y no lo hacen inscribirse en el<br />

marco de la existencia común. y un dinero que les cuesta muy poco, a<br />

enriquecer con un precioso engaste la vida tosca y sin devastar de los<br />

hombres. Así aquélla, que en el cuarto donde estaba mi tío, vestido con<br />

su cazadora sencilla, para recibirla, irradiaba la belleza de su suave<br />

cuerpo, de su traje de seda, de sus perlas, y la elegancia que emana de<br />

la amistad de un gran duque, cogió un día una frase insignificante de mi<br />

<strong>Librodot</strong> <strong>En</strong> <strong>busca</strong> <strong>del</strong> <strong>tiempo</strong> <strong>perdido</strong> I <strong>Marcel</strong> Proust<br />

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