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Librodot En busca del tiempo perdido I Marcel ... - Biblioteca Virtual

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Y, por último, se hizo desagradable a los ojos de todos<br />

porque después de llegar a almorzar con hora y media de retraso y todo<br />

lleno de barro, en vez de excusarse, dijo:<br />

-Yo nunca me dejo influir por las perturbaciones atmosféricas ni<br />

por las divisiones convencionales <strong>del</strong> <strong>tiempo</strong>, y rehabilitaría con gusto<br />

el uso de la pipa de opio y <strong>del</strong> kriss malayo; pero ignoro el empleo de<br />

esos instrumentos, mucho más dañinos, y tan vulgares, que se llaman<br />

reloj y paraguas.<br />

A pesar de todo, hubiera seguido viniendo a Combray.<br />

Verdad es que no era el amigo que mis padres desearan para mí,<br />

acabaron por creer sinceras las lágrimas que le arrancó la<br />

indisposición de mi abuela; pero el instinto o la experiencia les había<br />

enseñado que los impulsos de nuestra sensibilidad ejercen poco<br />

dominio sobre la continuidad de nuestras acciones y nuestra<br />

conducta en la vida, y que el respeto a las obligaciones morales, la<br />

lealtad a los amigos, la ejecución de una obra y la sujeción a un<br />

régimen tienen más firme asiento en la ciega costumbre, que en<br />

aquellos momentáneos transportes fogosos y estériles. Mejor que a<br />

Bloch, hubieran querido para amigos míos compañeros que no me<br />

dieran más que aquello que con arreglo al código de la moral burguesa<br />

debe darse a los amigos; que no me enviaran inopinadamente una cesta<br />

de fruta tan sólo porque aquel día se habían acordado de mí<br />

cariñosamente, y que, no sintiéndose capaces de inclinar a favor mío la<br />

justa balanza de los deberes y exigencias de la amistad, por un sencillo<br />

impulso de su imaginación o de su sensibilidad, tampoco fueran<br />

capaces de falsearla en daño mío. Ni siquiera nuestros errores hacen<br />

desviarse fácilmente <strong>del</strong> deber a naturalezas de esas de las que era<br />

mi abuela dechado, ella que, reñida hacía muchos años con una sobrina<br />

con quien no se trataba, no cambió el testamento en que le legaba toda<br />

su fortuna, porque era su parienta más lejana y porque las cosas debían<br />

ser así.<br />

Pero yo quería a Bloch, mis padres deseaban darme gusto, y los<br />

insolubles problemas que yo me planteaba a propósito de la<br />

belleza sin sentido de la hija de Minos y de Pasifae me cansaban<br />

mucho más y me ponían más mareado de lo que hubieran podido<br />

hacerlo nuevas conversaciones con Bloch, por perniciosas que las<br />

considerara mi madre. Y se lo hubiera seguido recibiendo en casa, a no<br />

ser porque después de la comida aquella y luego de hacerme<br />

saber .noticia llamada a ejercer gran influencia en mi vida,<br />

haciéndome feliz primero y desdichado más tarde. que todas las<br />

mujeres no pensaban más que en el amor, y que no había una capaz de<br />

resistencia invencible, afirmó haber oído decir con toda seguridad<br />

<strong>Librodot</strong> <strong>En</strong> <strong>busca</strong> <strong>del</strong> <strong>tiempo</strong> <strong>perdido</strong> I <strong>Marcel</strong> Proust<br />

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