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Librodot En busca del tiempo perdido I Marcel ... - Biblioteca Virtual

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mirada alrededor de la mesa para ver si la palabra pasaba, y al ver que<br />

sí, arrancó a sus labios una sonrisa mojigata y conciliadora, todos los<br />

invitados, menos Swann tenían los ojos clavados en el pintor y<br />

fascinados por sus palabras.<br />

-¡Lo que me divierte cuando se entusiasma así! -exclamó la<br />

señora de Verdurin, encantada de que la conversación marchara tan<br />

bien la primera noche que tenían al conde de Forcheville. Y tú, ¿qué<br />

haces con la boca abierta como un bobo? -dijo a su marido.. Ya<br />

sabes que habla muy bien; no parece sino que es la primera vez que lo<br />

oyes. ¡Si usted lo hubiera visto mientras estaba usted hablando! ¡Se lo<br />

comía con los ojos! Y mañana nos recitará todo lo que ha dicho usted,<br />

sin quitar una coma.<br />

-¡No, no, lo digo en serio! .repuso el pintor, encantado de su<br />

éxito.. Parece que se creen ustedes que estoy hablando para la galería,<br />

y que todo es charlatanismo; yo los llevaré a ustedes a que lo<br />

vean y a que me digan si he exagerado algo; me juego la entrada<br />

a que vuelven más entusiasmados que yo.<br />

-No, si no le decimos a usted que exagera; lo que queremos es<br />

que coma usted y que coma mi marido también; sirva usted otra vez<br />

lenguado al señor; ¿no ve que se le ha enfriado el que tenía? No<br />

nos corre nadie; está usted sirviendo como si hubiera fuego en la<br />

casa. Espere, espere un poco para la ensalada.<br />

La señora de Cottard era modesta, pero no carecía <strong>del</strong><br />

aplomo requerido cuando, por una feliz inspiración, daba con una frase<br />

acertada. Veía que tendría éxito; aquello le inspiraba confianza, y la<br />

lanzaba, más que por sobresalir ella, para ayudar a subir a su marido.<br />

Así que no dejó escapar la palabra ensalada que acababa de pronunciar<br />

la señora de Verdurin.<br />

-¿Es la ensalada japonesa? -dijo a media voz, volviéndose a<br />

Odette. Y contenta y azorada por la oportunidad y el atrevimiento con<br />

que supo hacer una alusión discreta, pero clara, a la nueva y<br />

discutida obra de Dumas, se echó a reír con risa de ingenua, poco<br />

chillona, pero tan irresistible, que no pudo dominarla, en unos<br />

instantes.<br />

-¿Quién es esa señora? -dijo Forcheville-. Tiene gracia.<br />

-No, no es ensalada japonesa; pero si vienen todos ustedes a<br />

cenar el viernes, se la haremos.<br />

-Le voy a parecer a usted muy paleta, caballero -dijo a Swann la<br />

señora <strong>del</strong> doctor.; pero confieso que aun no he visto esa famosa<br />

Francillon, que es la comidilla de todo el mundo. El doctor ya ha ido<br />

a verla (recuerdo que me dijo cuánto se alegró de encontrarlo a<br />

usted allí y gozar de su compañía), y luego no he querido que<br />

<strong>Librodot</strong> <strong>En</strong> <strong>busca</strong> <strong>del</strong> <strong>tiempo</strong> <strong>perdido</strong> I <strong>Marcel</strong> Proust<br />

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