05.08.2013 Views

Librodot En busca del tiempo perdido I Marcel ... - Biblioteca Virtual

Librodot En busca del tiempo perdido I Marcel ... - Biblioteca Virtual

Librodot En busca del tiempo perdido I Marcel ... - Biblioteca Virtual

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

de esos que todavía oigo algunas veces; y en el seno de esos<br />

ladridos debió de ir a refugiarse el paseo de la estación (cuando<br />

se construyó en su emplazamiento el parque público de Combray),<br />

porque dondequiera que me encuentre, en cuanto empiezan a oírse, lo<br />

veo, con sus tilos y sus aceras iluminadas por la luna.<br />

De pronto, mi padre nos paraba y preguntaba a mamá:<br />

-¿Dónde estamos?.. Rendida por el paseo, pero orgullosa<br />

de su esposo, mi madre reconocía cariñosamente que lo ignoraba<br />

en absoluto. <strong>En</strong>tonces él se encogía de hombros, riéndose. Y como si se<br />

la extrajera <strong>del</strong> bolsillo de la americana al sacar la llave, nos<br />

mostraba, allí, en pie y <strong>del</strong>ante de nosotros, la puertecita trasera de<br />

nuestro jardín, que había venido, con la esquina de la calle <strong>del</strong><br />

Espíritu Santo, a esperarnos al cabo de los caminos desconocidos.<br />

Mi madre, admirada, le decía: .Eres el demonio.. Y desde<br />

aquel instante ya no necesitaba yo andar, el suelo andaba por mí en<br />

aquel jardín donde hacía tanto <strong>tiempo</strong> que la atención voluntaria había<br />

dejado de acompañar a mis actos: la Costumbre acababa de cogerme en<br />

brazos y me llevaba a la cama como a un niño pequeño.<br />

Aunque el sábado, que empezaba una hora antes, y en que no<br />

tenía a Francisca, transcurría más despacio que otro día cualquiera para<br />

mi tía, sin embargo, esperaba su retorno semanal impacientemente<br />

desde que comenzaba la semana, porque en el sábado se contenía<br />

toda la novedad y la distracción que su debilitada y maníaca naturaleza<br />

eran aún capaces de soportar. Y no es que a veces no aspirara a un gran<br />

cambio, que su vida careciera de esas horas excepcionales en que<br />

sentimos sed de algo distinto de lo existente, cuando las personas,<br />

que por falta de energía o imaginación no saben sacar de sí mismas un<br />

principio de renovación, piden al minuto que llega, al cartero que está<br />

llamando, que les traigan algo nuevo, aunque sea malo, un dolor,<br />

una emoción; cuando la sensibilidad, que la dicha hizo callar como<br />

arpa ociosa, quiere una mano que la haga resonar, aunque sea<br />

brutal, aunque la rompa; cuando la voluntad, que tan difícilmente<br />

conquistó el derecho de entregarse libremente a sus deseos y a sus<br />

penas, desea echar las riendas en manos de ocurrencias imperiosas,<br />

por crueles que sean.<br />

Indudablemente, como las fuerzas de mi tía se extinguían al<br />

menor esfuerzo, sólo gota a gota volvían al seno de su reposo, el<br />

depósito tardaba mucho en llenarse, y pasaban meses antes de que ella<br />

tuviera ese pequeño colmo que otros seres derivan hacia la acción y que<br />

ella no sabía cómo decidirse a usar. No me cabe duda de que<br />

entonces, así como <strong>del</strong> placer mismo que le causaba el retorno diario<br />

<strong>del</strong> puré, siempre de su gusto, nacía al cabo de algún <strong>tiempo</strong> el<br />

<strong>Librodot</strong> <strong>En</strong> <strong>busca</strong> <strong>del</strong> <strong>tiempo</strong> <strong>perdido</strong> I <strong>Marcel</strong> Proust<br />

98

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!