05.08.2013 Views

Librodot En busca del tiempo perdido I Marcel ... - Biblioteca Virtual

Librodot En busca del tiempo perdido I Marcel ... - Biblioteca Virtual

Librodot En busca del tiempo perdido I Marcel ... - Biblioteca Virtual

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

decían que habían ustedes encontrado a un hombre que no sabían quién<br />

era!<br />

Y entonces me recomendaban que otra vez fuera más<br />

circunspecto y que no pusiera nerviosa a mi tía con palabras<br />

impremeditadas. Todo el mundo, personas y animales, se conocía<br />

tan bien en Combray, que si, mi tía veía por casualidad pasar un<br />

perro «desconocido», no dejaba de pensar en eso y en consagrar a aquel<br />

hecho incomprensible su talento inductivo y sus horas de libertad.<br />

-Debe de ser el perro de la señora de Sazerat .decía Francisca<br />

sin gran convencimiento, con objeto de tranquilizarla y de que no<br />

se calentara más la cabeza.<br />

-¡Como que no voy yo a conocer al perro de la señora de<br />

Sazerat! .contestaba mi tía, cuyo espíritu crítico no admitía un<br />

hecho con tanta facilidad, .¡Ah!, será el perro nuevo que Galopín ha<br />

traído de Lisieux.<br />

-Como no sea eso...<br />

-Dicen que es un animal muy bueno .añadía Francisca, que lo<br />

sabía por Teodoro., tan listo como una persona y siempre de buen<br />

humor y amable, un perro muy gracioso. Es raro que un animal tan<br />

pequeño sea manso. Señora, voy a tener que bajarme, no tengo<br />

<strong>tiempo</strong> de distraerme, son ya las diez y no está el horno encendido;<br />

además, tengo que pelar los espárragos.<br />

-¡Pero más espárragos aún, Francisca! Tiene una manía por<br />

los espárragos este año y va usted a cansar a nuestros parisienses.<br />

-No, señora. Les gustan mucho los espárragos. Traerán apetito<br />

de la iglesia y ya verá usted cómo no se los comen con el revés de la<br />

cuchara.<br />

-Pero ya deben de estar en la iglesia. Sí, sí; no pierda usted<br />

<strong>tiempo</strong>. Vaya usted a cuidar el almuerzo.<br />

Mientras que mi tía estaba charlando así con Francisca, yo iba<br />

con mis padres a misa. ¡Qué cariño tenía yo a la iglesia de<br />

Combray, y qué bien la veo ahora! El viejo pórtico de entrada, negro y<br />

picado cual una espumadera, estaba en las esquinas curvado y como<br />

rehundido (igual que la pila <strong>del</strong> agua bendita a que conducía), lo mismo<br />

que si el suave roce de los mantos de las campesinas, al entrar en la<br />

iglesia, y de sus dedos tímidos al tomar el agua bendita, pudiera, al<br />

repetirse durante siglos, adquirir una fuerza destructora, curvar la<br />

piedra y hacerle surcos como los que trazan las ruedas de los carritos en<br />

el guardacantón donde tropiezan todos los días. Las laudas, bajo las<br />

cuales el noble polvo de los abades de Combray, allí enterrados, daba al<br />

coro un como pavimento espiritual, no eran ya tampoco de materia<br />

inerte y dura porque el <strong>tiempo</strong> la había ablandado y la vertió, como<br />

<strong>Librodot</strong> <strong>En</strong> <strong>busca</strong> <strong>del</strong> <strong>tiempo</strong> <strong>perdido</strong> I <strong>Marcel</strong> Proust<br />

50

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!