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Librodot En busca del tiempo perdido I Marcel ... - Biblioteca Virtual

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Y así, los celos aun contribuyeron mucho más que el<br />

deseo voluptuoso y riente que al principio le inspiró Odette a alterar el<br />

carácter de Swann y a cambiar de arriba abajo a los ojos de los<br />

demás, hasta el aspecto de los signos exteriores con que se<br />

manifestaba ese carácter.<br />

Había pasado un mes desde que Swann leyó la carta de<br />

Odette a Forcheville, cuando una noche fue a una cena que los<br />

Verdurin daban en el Bosque. Cuando se iba a marchar se fijó en los<br />

conciliábulos de la señora de Verdurin y algunos de los invitados, y le<br />

pareció entender que estaban diciendo al pianista fue no se le<br />

olvidara ir, al día siguiente, a una reunión que habían preparado en<br />

Chatou, reunión a la cual no invitaron a Swann.<br />

Los Verdurin hablaron a media voz y en términos vagos,<br />

pero el pintor, distraído, sin duda, exclamó:<br />

-Y no hará falta ninguna luz: que toque la sonata Claro de luna<br />

en la oscuridad, y así se verá todo más claro.<br />

La señora de Verdurin, al ver que Swann estaba a dos pasos de<br />

allí, adoptó esa expresión fisonómica en la que el deseo de hacer callar<br />

al que habla y de poner una cara inocente para el que escucha se<br />

neutraliza en una intensa nulidad de la mirada, esa expresión que<br />

disimula la serial de inteligencia <strong>del</strong> cómplice bajo la sonrisa <strong>del</strong><br />

ingenuo, propia de todos los que notan que alguien se ha tirado una<br />

plancha, y que precisamente sirve para revelarla instantáneamente, si<br />

no al autor de ella, por lo menos a la víctima. Odette puso, de pronto,<br />

una cara de desesperada que renuncia a luchar contra las<br />

dificultades aplastantes de la vida, y Swann contó ansiosamente los<br />

minutos que le faltaban para salir <strong>del</strong> restaurante y marcharse con ella,<br />

porque, durante el camino de vuelta, podría pedirle explicaciones y<br />

lograr, o bien que no fuera ella a Chatou, o que se arreglara para que lo<br />

invitaran a él, y luego aplicaría en sus brazos la angustia que lo<br />

dominaba. Por fin, pidieron los coches. La señora de Verdurin dijo a<br />

Swann:<br />

-<strong>En</strong>tonces, adiós; hasta pronto, ¿eh?<br />

Y la mirada amable y la sonrisa forzada que puso tenían por<br />

objeto que a Swann no se le ocurriera preguntar por qué no le decía<br />

como antes:<br />

-Hasta mañana, en Chatou, y pasado mañana, en casa, ¿eh?<br />

Los Verdurin hicieron subir en su coche a Forcheville; detrás<br />

estaba el carruaje de Swann, el cual estaba esperando que se fueran los<br />

Verdurin para decir a Odette que subiera.<br />

<strong>Librodot</strong> <strong>En</strong> <strong>busca</strong> <strong>del</strong> <strong>tiempo</strong> <strong>perdido</strong> I <strong>Marcel</strong> Proust<br />

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