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Librodot En busca del tiempo perdido I Marcel ... - Biblioteca Virtual

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no está usted bien; yo lo acomodaré.; y con una risita vanidosa, como si<br />

se le hubiera ocurrido una invención notable, colocó tras la cabeza de<br />

Swann, y a sus pies, almohadones de seda japonesa, apretujándolos con<br />

la mano, como prodigando aquellas riquezas e indiferente a su valor.<br />

Pero cuando el ayuda de cámara fue trayendo sucesivamente numerosas<br />

lámparas que, contenidas casi todas en cacharros de China, ardían<br />

sueltas o por parejas en distintos muebles, como en otros tantos altares,<br />

y que en el crepúsculo, ya casi noche, de aquella tarde de<br />

invierno, reavivaron una puesta de sol más rosada, duradera y humana<br />

que la otra y quizá en la calle hacían pararse a algún enamorado<br />

soñando en el misterio que <strong>del</strong>ataban y celaban a la vez las<br />

encendidas vidrieras, Odette no dejó de mirar al criado con el rabillo<br />

<strong>del</strong> ojo, para ver si las colocaba exactamente en su sitio<br />

consagrado. Se imaginaba que poniendo una lámpara en el lugar<br />

que no le correspondía, el efecto de conjunto de su salón se habría<br />

deshecho; su retrato, colocado en un caballete oblicuo y<br />

encuadrado con peluche, no tendría buena luz. Siguió febrilmente con<br />

la mirada las idas y venidas de aquel hombre ordinario, y lo regañó<br />

ásperamente por pasar muy cerca de dos jardineras que no tocaba nadie<br />

más que ella, por miedo a que se las rompieran; jardineras que fue a<br />

examinar en seguida, para ver si el criado les había hecho algo.<br />

Todas las formas de sus cacharritos chinos le parecían<br />

.graciosas., y lo mismo las orquídeas y las catleyas, que eran con los<br />

crisantemos sus flores favoritas, porque tenían el raro mérito de no<br />

parecer flores, sino cosa de seda e satén. Esta parece que está hecha<br />

<strong>del</strong> forro de mi abrigo., dijo a Swann, enseñándole una orquídea, y con<br />

una inflexión de cariño hacia esa flor tan chic, hacia esa hermana<br />

elegante e imprevista que la naturaleza le daba, tan lejos de ella en la<br />

escala de los seres y, sin embargo, tan refinada y mucho más digna que<br />

tantas mujeres de tener un sitio en su salón. Le fue enseñando quimeras<br />

con lenguas de fuego, pintadas en un cacharro o bordadas en una<br />

pantalla de chimenea; las corolas de un ramo de orquídeas; un<br />

dromedario de plata nielada, con los ojos incrustados de rubíes,<br />

que en la chimenea era vecino de un sapo de jade; y afectaba, ya temor<br />

a la maldad de los monstruos o risa por su fealdad, ya rubor por la<br />

indecencia de las flores, ya irresistible deseo de besar al<br />

dromedario y al sapo, a los que llamaba .ricos.. Contrastaban esos<br />

fingimientos con lo sincero de algunas devociones suyas,<br />

especialmente la que tenía a Nuestra Señora <strong>del</strong> Laghet, que hacía<br />

mucho <strong>tiempo</strong>, cuando ella vivía en Niza, la salvó de una enfermedad<br />

mortal; y llevaba siempre encima una medalla de oro con la imagen de<br />

<strong>Librodot</strong> <strong>En</strong> <strong>busca</strong> <strong>del</strong> <strong>tiempo</strong> <strong>perdido</strong> I <strong>Marcel</strong> Proust<br />

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