05.08.2013 Views

Librodot En busca del tiempo perdido I Marcel ... - Biblioteca Virtual

Librodot En busca del tiempo perdido I Marcel ... - Biblioteca Virtual

Librodot En busca del tiempo perdido I Marcel ... - Biblioteca Virtual

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

prodigadas a Eulalia. Y para Francisca no había en los alrededores de<br />

Combray hacienda lo bastante considerable para que no la pudiera<br />

adquirir Eulalia con el producto de sus visitas. Cierto que Eulalia hacía<br />

la misma evaluación de las riquezas inmensas y ocultas de Francisca.<br />

Por lo general, en cuanto Eulalia se iba comenzaba Francisca a<br />

hacer malévolas profecías a cuenta de ella. Odiábala, pero le tenía<br />

miedo y se consideraba obligada mientras estuviera en casa a .ponerle<br />

buena cara.. Pero cuando se había marchado, se cobraba, sin nombrarla<br />

nunca, a decir verdad, pero profiriendo oráculos sibilinos o sentencias<br />

de un carácter general, como las <strong>del</strong> Eclesiastés, pero cuya aplicación<br />

no podía escapar a mi tía. Después de mirar por un rincón <strong>del</strong> visillo si<br />

ya había cerrado la puerta Eulalia, decía: .Los aduladores siempre saben<br />

caer a punto y recoger las pepitas, pero paciencia, que ya los castigará<br />

Dios algún día.; y lo decía con el mismo mirar de lado y la misma<br />

insinuación de Joas, cuando, pensando exclusivamente en Atalia,<br />

dice:<br />

Le bonheur des méchants comme un torrent sécoule.<br />

Pero cuando el cura había estado también de visita, tan<br />

interminable que agotaba las fuerzas de mi tía, Francisca se marchaba<br />

<strong>del</strong> cuarto detrás de Eulalia, diciendo:<br />

-Señora, voy a dejarla a usted descansar, porque tiene usted<br />

aspecto de hallarse fatigada.<br />

Mi tía ni siquiera contestaba, exhalando un suspiro que<br />

parecía el último, con los ojos cerrados y como muerta. Pero apenas<br />

había llegado abajo Francisca, sonaban por toda la casa cuatro<br />

campanillazos violentísimos, y mi tía, sentada en la cama, gritaba:<br />

-¿Se ha ido ya Eulalia? ¿No le parece a usted que se me ha<br />

olvidado preguntar si la señora de Goupil llegó a misa después de<br />

alzar? Corra usted a ver si la alcanza.<br />

Pero Francisca volvía sin haberlo logrado.<br />

-¡Qué fastidio! .decía mi tía sacudiendo la cabeza.. Lo único<br />

importante que le tenía que preguntar.<br />

Y así se iba pasando la vida para mi tía Leoncia, siempre<br />

idéntica en la dulce uniformidad de lo que ella llamaba con desdén<br />

fingido y profunda ternura su .rutina.. Guardada por todo el mundo, no<br />

sólo en casa, donde todos, después de haber comprobado la<br />

inutilidad de darle un consejo de mejorar de higiene, se habían<br />

resignado a respetarla, sino en el pueblo, donde, a tres calles de<br />

distancia, el embalador, antes de ponerse a clavetear, mandaba<br />

preguntar a Francisca si mi tía no .estaba descansando, aquella<br />

<strong>Librodot</strong> <strong>En</strong> <strong>busca</strong> <strong>del</strong> <strong>tiempo</strong> <strong>perdido</strong> I <strong>Marcel</strong> Proust<br />

92

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!