05.08.2013 Views

Librodot En busca del tiempo perdido I Marcel ... - Biblioteca Virtual

Librodot En busca del tiempo perdido I Marcel ... - Biblioteca Virtual

Librodot En busca del tiempo perdido I Marcel ... - Biblioteca Virtual

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

a mamá, que conmigo no se dejaba nunca llevar por ningún<br />

enternecimiento, dejarse ganar de pronto por el mío, y vi que refrenaba<br />

sus ganas de llorar. Como se diera cuenta de que yo lo había notado,<br />

me dijo riendo: «Este gorrión, este tontito, va a volver a su mamá tan<br />

boba como él, si seguimos así. Vamos a ver, ya que ninguno de los<br />

dos tenemos sueño, en vez de estar aquí cansándonos los nervios,<br />

hagamos algo, vamos a coger un libro de los tuyos». Pero yo no tenía<br />

allí ninguno. «¿No te disgustarías luego si te sacara ahora los libros que<br />

te va a regalar la abuela el día de tu santo? Piénsalo bien, ¿no vas<br />

luego a quejarte de que no te dan nada pasado mañana?» La<br />

proposición me encantó, y mamá fue por un paquete de libros, que a<br />

través <strong>del</strong> papel que los envolvía no me dejaron adivinar más que su<br />

forma apaisada, pero que ya en este su primer aspecto, aunque<br />

sumario y velado, eclipsaban a la caja de pinturas <strong>del</strong> día de Año<br />

Nuevo y a los gusanos de seda <strong>del</strong> año anterior. Los libros eran:<br />

La Mar au Diable, François le Champi, La Petite Fadette y Les<br />

Maîtres Sonneurs. Según supe más tarde, mi abuela había escogido<br />

primeramente las poesías de Musset, un volumen de Rousseau e<br />

Indiana; que si juzgaba las lecturas frívolas tan dañinas como los<br />

bombones y los dulces, no creía, en cambio, que los grandes hálitos <strong>del</strong><br />

genio ejercieran sobre el ánimo, ni siquiera el de un niño, una<br />

influencia más peligrosa y menos vivificante que el aire libre y el<br />

viento suelto. Pero como mi padre casi la llamó loca al saber los libros<br />

que quería regalarme, volvió ella en persona al librero de Jouy le<br />

Vicomte para que no me expusiera a quedarme sin regalo (hacía un<br />

día de fuego, y regresó tan mala, que el médico advirtió a mi<br />

madre que no la dejara cansarse así) y cayó sobre las cuatro novelas<br />

campestres de Jorge Sand. «Hija mía decía a mamá., nunca podré<br />

decidirme a regalar a este niño un libro mal escrito.»<br />

<strong>En</strong> realidad, no se resignaba nunca a comprar nada de que no se<br />

pudiera sacar un provecho intelectual, sobre todo ese que nos procuran<br />

las cosas bonitas al enseñarnos a ir a <strong>busca</strong>r nuestros placeres en otra<br />

cosa que en las satisfacciones <strong>del</strong> bienestar y de la vanidad. Hasta<br />

cuando tenía que hacer un regalo de los llamados útiles, un sillón,<br />

unos cubiertos o un bastón, los <strong>busca</strong>ba en las tiendas de objetos<br />

antiguos, como si, habiendo <strong>perdido</strong> su carácter de utilidad con el<br />

prolongado desuso, parecieran ya más aptos para contarnos cosas de<br />

la vida de antaño que para servir a nuestras necesidades de la vida<br />

actual. Le hubiera gustado que yo tuviera en mi cuarto fotografías de<br />

los monumentos y paisajes más hermosos.<br />

Pero en el momento de ir a comprarlas, y aunque lo<br />

representado en la fotografía tuviera un valor estético, le parecía en<br />

<strong>Librodot</strong> <strong>En</strong> <strong>busca</strong> <strong>del</strong> <strong>tiempo</strong> <strong>perdido</strong> I <strong>Marcel</strong> Proust<br />

34

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!