05.08.2013 Views

Librodot En busca del tiempo perdido I Marcel ... - Biblioteca Virtual

Librodot En busca del tiempo perdido I Marcel ... - Biblioteca Virtual

Librodot En busca del tiempo perdido I Marcel ... - Biblioteca Virtual

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

descorazonado renunciaba por siempre a la literatura, a pesar de los<br />

ánimos que Bloch me había dado. Aquel sentimiento íntimo,<br />

inmediato, que yo tenía <strong>del</strong> vacío de mi pensamiento, prevalecía<br />

contra todas las palabras halagüeñas que me pudieran prodigar, lo<br />

mismo que en el alma <strong>del</strong> malo, cuyas buenas acciones alaba la gente,<br />

prevalecen los remordimientos, de su conciencia.<br />

Un día me dijo mi madre:<br />

-, que estás siempre hablando de la señora de Guermantes,<br />

entérate que cómo el doctor Percepied la trató muy bien cuando<br />

estuvo mala hace cuatro años, pues ahora va a venir a Combray para<br />

asistir a la boda de la hija <strong>del</strong> médico. Podrás verla en la<br />

ceremonia.. Al doctor Percepied era la persona a quien yo oí<br />

hablar más de la duquesa de Guermantes, y hasta nos había<br />

enseñado un número de una revista ilustrada donde estaba retratada la<br />

duquesa con el disfraz que llevó a un baile de trajes dado por la<br />

princesa de León.<br />

De pronto, durante la misa nupcial, un movimiento que hizo el<br />

pertiguero al cambiar de sitio, me descubrió sentada en una capilla a<br />

una dama de nariz grande, ojos azules y penetrantes, con una<br />

chalina hueca de seda color malva, y un granito a un lado de la<br />

nariz. Como en la superficie de su rostro encarnado, cual si estuviera<br />

acalorada, distinguí yo diluidas y apenas perceptibles parcelas de<br />

analogía con el retrato que me habían enseñado, y, sobre todo, como los<br />

rasgos particulares que yo notaba en ella, al tratar de enunciarlos se<br />

formulaban cabalmente en los mismos términos: nariz grande, ojos<br />

azules, que había empleado el doctor Percepied para describir a la<br />

duquesa de Guermantes, me dije yo que aquella dama se parecía a la<br />

señora de Guermantes; además, la capilla desde donde oía misa era la<br />

de Gilberto el Malo, en cuyas lisas tumbas, deformadas y doradas<br />

como alvéolos de miel, descansaban los antiguos condes de<br />

Brabante, y que me habían dicho estaba reservada a la familia de<br />

Guermantes cuando alguno de sus individuos iba a Combray a<br />

alguna ceremonia; verosímilmente no podía haber más que una<br />

mujer que se pareciese al retrato de la duquesa que estuviese allí<br />

aquel día, un día, precisamente, en que tenía que ir a Combray, y en<br />

aquella capilla: sí, era ella. Muy grande fue mi desencanto. Nacía<br />

éste de que yo nunca me había fijado, cuando pensaba en la señora de<br />

Guermantes, en que me la representaba con los colores de un tapiz o de<br />

una vidriera en otro siglo, y de materia distinta al resto de los mortales.<br />

Nunca se me ocurrió que pudiera tener una cara encarnada y una<br />

chalina malva, como la señora de Sazerat, y el óvalo de su rostro<br />

me recordó a tantas personas visitas de casa, que me rozó la sospecha,<br />

<strong>Librodot</strong> <strong>En</strong> <strong>busca</strong> <strong>del</strong> <strong>tiempo</strong> <strong>perdido</strong> I <strong>Marcel</strong> Proust<br />

148

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!