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Librodot En busca del tiempo perdido I Marcel ... - Biblioteca Virtual

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escribir. (por lo menos, ella sostenía que la sentía, y alguna verdad<br />

debía de haber en aquella emoción para que a Odette le entraran ganas<br />

de exagerarla). <strong>En</strong>tonces le gustaba Swann. Y nunca temblamos<br />

más que por nosotros mismos o por los seres amados.<br />

Cuando muestra felicidad ya no está en sus manos, nos sentimos<br />

a su lado muy a gusto, tranquilos y sin miedo. Al hablarle y al<br />

escribirle, ya no empleaba aquellas palabras que antes servían a Odette<br />

para hacerse la ilusión de que Swann era suyo, <strong>busca</strong>ndo las ocasiones<br />

de decir mi y mío al nombrar a su querido: .Es usted mi tesoro, yo<br />

guardo el perfume de nuestra amistad., y ya no hablaba <strong>del</strong> porvenir, de<br />

la muerte, como de una cosa que compartirían. <strong>En</strong> aquel <strong>tiempo</strong>, ella<br />

contestaba admirada a todo lo que decía Swann: .Usted nunca será<br />

como los demás.; y miraba aquella cabeza de su querido,<br />

alargada, un tanto calva (la cabeza que hacía decir a los amigos,<br />

enterados de los éxitos de Swann; .No es lo que se dice guapo; pero con<br />

su tupé, su monóculo y su sonrisa, es muy chic), quizá con más<br />

curiosidad de saber cómo era Swann que deseo de llegar a ser su<br />

querida, y diciendo:<br />

-¡Ojalá pudiera yo ver lo que hay detrás de esa frente!<br />

Ahora, a todas las palabras de Swann respondía Odette, ya con<br />

tono de irritación, ya de indulgencia:<br />

-.No, lo que es tú siempre serás al revés de los demás.<br />

Y decía, mirando aquella cabeza un poco aviejada por la<br />

pena (que ahora hacía pensar a todo el mundo, en virtud de esa<br />

aptitud que permite adivinar las intenciones de un poema sinfónico,<br />

cuando se lee su explicación en el programa, y la cara de un niño<br />

cuando se conoce a sus padres: .No es lo que se dice feo; pero con esa<br />

sonrisa, ese tupé y ese monóculo, es ridículo., trazando en la<br />

sugestionada imaginación la demarcación inmaterial que separa, a<br />

unos meses de distancia, la cabeza de un hombre querido de verdad y la<br />

cabeza de un cornudo):<br />

-¡Ah, si pudiera yo cambiar lo que hay en esa cabeza, darle un<br />

poco de juicio!<br />

Y Swann, siempre dispuesto a creer en la verdad de lo que<br />

deseaba, en cuanto la conducta de Odette permitía la más leve<br />

duda, se lanzaba ávidamente sobre esa frase:<br />

-Si quieres, vaya si puedes -le decía.<br />

Y hacía por demostrarle que la tarea de calmar su ánimo, de<br />

dirigirlo, de hacerlo trabajar, era una labor nobilísima, que estaban<br />

deseando tomar en sus manos otras mujeres, si bien esa que él<br />

llamaba noble labor, de haber caído en otras manos que en las de<br />

Odette, le había parecido una indiscreta e insoportable usurpación de su<br />

<strong>Librodot</strong> <strong>En</strong> <strong>busca</strong> <strong>del</strong> <strong>tiempo</strong> <strong>perdido</strong> I <strong>Marcel</strong> Proust<br />

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