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Librodot En busca del tiempo perdido I Marcel ... - Biblioteca Virtual

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eunión y les preguntó; pero unos habían llegado después de la música,<br />

otros se marcharon antes; y de los que estuvieron allí durante la<br />

ejecución, los hubo que se fueron a charlar a otra sala, y los hubo que<br />

escucharon, pero quedándose tan en ayunas como los primeros. Los<br />

amos de la casa sabían que era una obra nueva, escogida a gusto de los<br />

músicos que tocaron aquella noche; los cuales se habían ido a dar<br />

conciertos por provincias; de modo que Swann no pudo enterarse de<br />

más. Tenía muchos amigos músicos; pero, aunque se acordaba<br />

perfectamente <strong>del</strong> placer especial e intraducible que le causaba la frase,<br />

y veía las formas que dibujaba, era incapaz de entonarla. Y ya<br />

dejó de preocuparle.<br />

Pues bien; apenas hacía unos minutos que el joven pianista de<br />

los Verdurin empezó a tocar, cuando, de pronto, tras una nota alta,<br />

largamente sostenida durante dos compases, reconoció, vio<br />

acercarse, escapando de detrás de aquella sonoridad prolongada y<br />

tendida como una cortina sonora para ocultar el misterio de su<br />

incubación, toda secreta, susurrante y fragmentada, la frase aérea y<br />

perfumada que le enamoraba. Tan especial era, tan individual e<br />

insustituible su encanto, que para Swann aquello fue como si se<br />

hubiera encontrado en una casa amiga con una persona que admiró en<br />

la calle y que ya no tenía esperanza de volver a ver. Por fin se marchó,<br />

diligente, guiadora, entre las ramificaciones de su fragancia y dejó en el<br />

rostro de Swann el reflejo de su sonrisa. Pero ahora ya podía preguntar<br />

el nombre de su desconocida (le dijeron que era el andante de la sonata<br />

para piano y violín, de Vinteuil), le había echado mano, podría<br />

llevársela a casa cuando quisiera , probar a descifrar su lenguaje y su<br />

misterio.<br />

Así, cuando el pianista acabó, Swann le dio las gracias tan<br />

cordialmente, que eso le agradó mucho a la señora de Verdurin.<br />

-¿Es un mago, verdad? .dijo Swann.. ¡Qué modo tiene de<br />

comprender la sonata el muy bribón! ¿No sabía que el piano<br />

pudiera llegar a tanto, eh? Es todo, menos piano. Siempre caigo en el<br />

lazo y me parece que estoy oyendo una orquesta, más completo.<br />

El joven pianista hizo una inclinación, y dijo sonriente y<br />

subrayando las palabras, corno si fueran muy ingeniosas:<br />

-Es usted muy indulgente conmigo.<br />

Y mientras que la señora de Verdurin decía a su marido que<br />

diera al joven pianista una naranjada, porque se la tenía muy<br />

merecida, Swann estaba contando a Odette como se enamoró de aquella<br />

frase musical. Y cuando la señora de Verdurin dijo desde lejos:<br />

- Parece que le están diciendo a usted cosas bonitas,<br />

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