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Librodot En busca del tiempo perdido I Marcel ... - Biblioteca Virtual

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en cambio, se enriquecían; al absolverlas con esas soñaciones, se las<br />

mostraban realizadas palpablemente, le seducían el alma, tomando<br />

relieve <strong>del</strong>ante de sus ojos, y al mismo <strong>tiempo</strong> le tranquilizaban el<br />

corazón. ¡Ah, si el destino hubiera querido que Odette y él no<br />

tuvieran más que una sola morada; que Swann, al estar en su<br />

casa, estuviera también en la de ella; que al preguntar al criado lo<br />

que iban a almorzar, hubiera recibido como respuesta al menu<br />

confeccionado por Odette; que si Odette quería ir a dar una vuelta por<br />

la mañana a la avenida <strong>del</strong> Bosque de Boulogne, su deber de buen<br />

marido le hubiera obligado, aunque no tuviera él ganas de salir a<br />

acompañarla, a cargar con el abrigo de ella si hacía mucho calor, y si<br />

por la noche, después de cenar, cuando Odette no sintiera deseo de salir<br />

y se quedara en casa, no hubiera tenido él más remedio que estarse<br />

con ella y hacer su voluntad! <strong>En</strong>tonces, todas las futesas de la<br />

vida de Swann, tan tristes ahora, cobrarían, por el contrario, al entrar<br />

a formar parte de la vida de Odette, y hasta las más familiares,<br />

una especie de superabundante dulzura y de misteriosa densidad,<br />

como esa lámpara, esa naranjada y ese sillón que encarnaban tantos<br />

sueños v contenían tantos deseos.<br />

Sin embargo, dudaba mucho Swann de que lo que así echaba de<br />

menos fuera una paz, una calma que quizá no serían atmósfera muy<br />

favorable a su amor. Cuando Odette dejara de ser para él una criatura<br />

siempre ausente, deseada, imaginaria: cuando el sentimiento que Odette<br />

le inspiraba no fuese ya <strong>del</strong> mismo linaje de misteriosa inquietud que<br />

le cansaba la frase de la sonata, sino afecto y reconocimiento;<br />

cuando se crearan entre ellos lazos normales que acabaran con su<br />

locura y su tristeza, entonces los actos de la vida de Odette ya le<br />

parecerían de escaso interés en sí mismos, como sospechara ya<br />

varias veces que en realidad lo eran; por ejemplo, el día que leyó al<br />

trasluz la carta a Forcheville. Juzgaba su enfermedad con la misma<br />

sagacidad que si se la hubiera inoculado para estudiarla, y se decía que,<br />

una vez curado, todos los actos de Odette le serían indiferentes. Y<br />

desde el fondo de su mórbido estado, temía, en realidad, tanto<br />

como la muerte semejante curación, porque habría sido, en efecto, la<br />

muerte de todo lo que él era en ese momento.<br />

Después de aquellas noches de calma, las sospechas de<br />

Swann se aplacaban; bendecía a Odette, y, a la mañana siguiente, le<br />

mandaba magníficas alhajas, porque sus atenciones de la noche antes<br />

habían excitado su gratitud o acaso el deseo de que se repitieran, o bien<br />

un paroxismo de amor que tenía necesidad de desahogarse.<br />

Pero otros ratos volvía su dolor, se imaginaba que Odette era<br />

querida de Forcheville, y que cuando los dos lo vieron aquella noche,<br />

<strong>Librodot</strong> <strong>En</strong> <strong>busca</strong> <strong>del</strong> <strong>tiempo</strong> <strong>perdido</strong> I <strong>Marcel</strong> Proust<br />

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