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Librodot En busca del tiempo perdido I Marcel ... - Biblioteca Virtual

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pareciera a Swann herida monstruosa que cargaba de gloria al herido,<br />

pero que no se debía enseriar; mientras que el monóculo que el<br />

marqués de Bréauté añadía .en serial de fiesta, a los guantes gris perla,<br />

a la corbata blanca y a la .bimba., reemplazando con él sus lentes,<br />

cuando iba a fiestas aristocráticas, lo mismo que hacía Swann. tenía<br />

pegado al otro lado <strong>del</strong> cristal, como una preparación de historia natural<br />

en un microscopio, una mirada infinitesimal, llena de amabilidad, que<br />

sonreía incesantemente por todo, por lo alto de los techos, lo magnífico<br />

de la fiesta, lo interesante <strong>del</strong> programa y la excelente calidad de los<br />

refrescos.<br />

-¡Caramba, ya era hora! Hacía siglos que no le echábamos a<br />

usted la vista encima .dijo el general; y al observar sus cansadas<br />

facciones, creyó que lo que lo alejaba de los salones era una<br />

enfermedad grave, y añadió:<br />

.¡Pues tiene usted buena cara, sabe!, .mientras el marqués<br />

preguntaba:<br />

-¿Qué hace usted por aquí, amigo mío?., a un novelista<br />

mundano que acababa de calarse el monóculo, su único órgano de<br />

investigación psicológica y de implacable análisis, que respondió con<br />

aire importante y misterioso arrastrando la r:<br />

-Estoy observando....<br />

El monóculo <strong>del</strong> marqués de Forestelle era minúsculo, no tenía<br />

reborde y obligaba al ojo en que iba incrustado a una crispación<br />

dolorosa y constante, como un cartílago superfluo de inexorable<br />

presencia y re<strong>busca</strong>da materia, con la cual el rostro <strong>del</strong> marqués<br />

tomaba una expresión de melancólica <strong>del</strong>icadeza que hacía creer a las<br />

mujeres que el marqués era capaz de sufrir mucho por ellas.<br />

Pero el <strong>del</strong> señor de Saint-Candé, ceñido, como Saturno,<br />

por un enorme anillo, era el centro de gravedad de un rostro que<br />

se gobernaba por la pauta <strong>del</strong> monóculo y la nariz roja y temblona, y<br />

los labios abultados y sarcásticos aspiraban con sus gestos a ponerse a<br />

la altura <strong>del</strong> brillante fuego graneado que lanzaba el disco de cristal,<br />

fuego preferido a las miradas más bonitas <strong>del</strong> mundo, por jovencitas<br />

snobs y depravadas, en las que despertaba ideas de artificiales <strong>del</strong>icias<br />

y de refinamientos de voluptuosidad; entre tanto, detrás de su<br />

monóculo correspondiente, el señor de Palancy, que paseaba<br />

lentamente por todas la fiestas su cabezota de carpa, con ojos<br />

redondos, y que, de cuando en cuando, alargaba las mandíbulas<br />

como para <strong>busca</strong>r su orientación, parecía que llevaba consigo tan sólo<br />

un fragmento accidental y acaso puramente simbólico <strong>del</strong> cristal de su<br />

pecera, fragmento destinado a representar el todo, y que recordé a<br />

Swann gran admirador de los Vicios y Virtudes, <strong>del</strong> Giotto en<br />

<strong>Librodot</strong> <strong>En</strong> <strong>busca</strong> <strong>del</strong> <strong>tiempo</strong> <strong>perdido</strong> I <strong>Marcel</strong> Proust<br />

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