05.08.2013 Views

Librodot En busca del tiempo perdido I Marcel ... - Biblioteca Virtual

Librodot En busca del tiempo perdido I Marcel ... - Biblioteca Virtual

Librodot En busca del tiempo perdido I Marcel ... - Biblioteca Virtual

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

Pero si no lo lograba, el señor Verdurin se marchaba por,<br />

aquellos campos en <strong>busca</strong> de una oficina de telégrafos o de un chico de<br />

recados, después de preguntar quiénes eran los fieles que tenían que<br />

avisar a sus casas. Odette le daba las gracias, y le decía que no tenía<br />

que telegrafiar a nadie, porque ya tenía dicho a Swann, de una vez para<br />

siempre, que telegrafiándole así, a la vista de todos, se<br />

comprometía. A veces, la ausencia duraba varios días, y los Verdurin la<br />

llevaban a ver los sepulcros de Dreux, o a Compiègne, a admirar, por<br />

consejo <strong>del</strong> pintor, las puestas <strong>del</strong> sol en el bosque, y se alargaban hasta<br />

el castillo de Pierrefonds.<br />

¡Pensar que podría visitar monumentos de verdad conmigo que<br />

me he pasado diez años estudiando arquitectura, y que recibo a cada<br />

momento súplicas para acompañar, en una visita a Beauvais o a Saint-<br />

Loup-de-Naud, a, personas de primer orden, sin hacer el menor<br />

caso, y que en cambio iría por ella con mucho gusto! ¡Y se va con<br />

animales de lo peor, a extasiarse sucesivamente ante las<br />

deyecciones de Luis Felipe y de Viollet le Duc! Para eso no hay que ser<br />

artista, y no se requiere un olfato especial para no ir a veranear en esas<br />

letrinas, como no sea por ganas de oler excrementos..<br />

Pero cuando Odette se marchaba a Dreux o a Pierrefonds .sin<br />

permitirle que él fuera por otro lado, porque eso haría muy mal efecto.,<br />

según decía Odette, hundíase Swann en la más embriagadora<br />

novela de amores, la guía de ferrocarriles, que le enseñaba los<br />

medios de que disponía para correr a su lado, por la tarde, por la noche,<br />

hasta aquella misma mañana, y de la que sacaba algo más que los<br />

medios disponibles para ir hasta Odette: la autorización de<br />

hacerlo. Porque, al fin y al cabo, ni la guía ni los trenes se habían<br />

hecho para los perros. Si se ponía en conocimiento <strong>del</strong> público por<br />

medio de impresos que a las ocho salía un tren que llegaba a<br />

Pierrefonds a las diez, es porque el acto de ir a Pierrefonds era<br />

perfectamente lícito, y no requería el permiso de Odette; y era también<br />

un acto que podía tener otro objeto distinto <strong>del</strong> deseo de encontrar a<br />

Odette, puesto que muchas gentes, que no conocían a Odette, lo hacían<br />

a diario, y en número bastante para que valiera la pena encender las<br />

calderas de la máquina.<br />

De modo que, en fin de cuentas, si a él le daba la gana de ir a<br />

Pierrefonds, no iba a ser Odette quien se lo impidiera. Y,<br />

justamente, aquel día tenía ganas de ir, y habría ido de seguro, aunque<br />

Odette no existiera. Hacía mucho <strong>tiempo</strong> que deseaba formarse<br />

una idea concreta de los trabajos de restauración de Viollet le Duc.<br />

Y con aquel <strong>tiempo</strong> tan hermoso, sentía un imperioso<br />

deseo de pasearse por el bosque de Compiègne.<br />

<strong>Librodot</strong> <strong>En</strong> <strong>busca</strong> <strong>del</strong> <strong>tiempo</strong> <strong>perdido</strong> I <strong>Marcel</strong> Proust<br />

248

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!