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Librodot En busca del tiempo perdido I Marcel ... - Biblioteca Virtual

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el espacio de unas semanas esa red uniforme, en la que volvía a<br />

sentirse preso su cuerpo. <strong>En</strong> aquellos momentos pasados satisfacía la<br />

voluptuosa curiosidad de conocer los placeres de los que viven de<br />

amor. Y creyó que podría no pasar de ahí, que no iba atener que<br />

aprender las penas de los que viven de amor; y ahora, el encanto de<br />

Odette no era nada comparado con ese formidable terror que lo<br />

prolongaba a modo de inquieto halo, con esa inmensa angustia de no<br />

saber minuto por minuto lo que hacía, por no poseerla para siempre y<br />

en todas partes. Se acordó <strong>del</strong> tono con que ella dijo: .Podremos vernos<br />

siempre, yo no tengo nada que hacer.; ella, que ahora siempre tenía que<br />

hacer; <strong>del</strong> interés y la curiosidad que le inspiraban la vida de Swann, el<br />

deseo ardiente de que él le hiciera, el favor .cosa que Swann temía<br />

entonces como posible causa de molestias. de dejarla penetrar en esa<br />

vida; cuánto tuvo que rogarle para que se dejara llevar a casa de los<br />

Verdurin; y en aquella época, en que la invitaba a ir a su casa una vez al<br />

mes, lo mucho que tuvo que repetirle ella, antes de que Swann<br />

cediera, ¡qué <strong>del</strong>icia tan agrande, sería el verse a diario!., <strong>del</strong>icia<br />

que entonces era el sueño de Odette, y a Swann le parecía un fastidio, y<br />

que luego fue cansándola a ella hasta romper definitivamente con la<br />

costumbre, mientras que para Swann se convertía en dolorosa e<br />

invencible necesidad. Y ya no sabía si era verdad que la tercera vez que<br />

se vieron cuando ella le preguntó:<br />

-Por qué no me deja usted venir más a menudo?., le contestó él,<br />

sonriendo y por galantería:<br />

-Es que tengo miedo a sufrir. Ahora le escribía también desde<br />

un restaurante o desde un hotel en cartas con membrete, pero las letras<br />

<strong>del</strong> nombre le quemaban como si fueran de fuego. Escribe desde el<br />

hotel Vouillemont. ¿Qué ha ido a hacer allí?, ¿y con quién? ¿Qué habrá<br />

pasado?.. Se acordó de los faroles aquellos que iban apagando en el<br />

bulevar de los Italianos, cuando se la encontró contra toda esperanza<br />

entre las erráticas sombras de aquella noche, que le pareció<br />

sobrenatural, y que, en efecto noche en que no tenía que<br />

preguntarse si le iba a contrariar que la <strong>busca</strong>ra, porque estaba seguro<br />

de que la mayor alegría de ella, sería verlo y volver con él,<br />

pertenecía a un mundo misterioso en el que nunca se puede tornar a<br />

penetrar una vez que se nos cierran sus puertas. Y Swann vio,<br />

inmóvil, frente a aquella dicha rediviva, a un desgraciado que le dio<br />

lástima primero porque no lo conocía; tanta lástima, que tuvo que bajar<br />

la vista para que no se le vieran las lágrimas. Era él mismo.<br />

Cuando lo hubo comprendido, cesó su compasión, pero sintió<br />

celos de su otro yo que Odette había querido, sintió celos de todos<br />

aquellos hombres, a los que miraba antes, diciendo:<br />

<strong>Librodot</strong> <strong>En</strong> <strong>busca</strong> <strong>del</strong> <strong>tiempo</strong> <strong>perdido</strong> I <strong>Marcel</strong> Proust<br />

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