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Librodot En busca del tiempo perdido I Marcel ... - Biblioteca Virtual

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tarde a casa de los Verdurin. Y no tuvo más remedio que confesarse<br />

que en ese mismo coche que lo llevaba a Prévost ya no iba la misma<br />

persona, ya no estaba solo, tenía al lado, pegado, amalgamado a él, a un<br />

ser nuevo, que no podría quitarse de encima nunca, y al que tendría que<br />

tratar con los mimos que a un amo o a un enfermo. Y, sin embargo,<br />

desde aquel instante en que sintió que una nueva persona se había<br />

superpuesto a él, su vida le pareció más atractiva. Y ya casi no se decía<br />

que aquel posible encuentro en casa de Prévost (cuya esperanza<br />

aniquilaba hasta tal punto todos los momentos que la precedían, que no<br />

quedaba idea ni recuerdo donde Swann pudiera ir a descansar su<br />

espíritu), caso de ocurrir, sería, muy probablemente, como cualquiera<br />

de los demás, es decir, poca cosa.<br />

Como todas las noches, en cuanto estuviera con Odette lanzaría<br />

una mirada furtiva sobre su móvil rostro, mirada que huiría en seguida<br />

por miedo a que Odette leyera en ella la insinuación de un deseo y no<br />

creyera ya en su desinterés, y en seguida dejaría de pensar en Odette,<br />

todo preocupado en <strong>busca</strong>r pretextos para que no se marchara tan<br />

pronto y en asegurarse sin aparentar mucho interés de que al otro día<br />

podría verla en casa de los Verdurin, es decir, preocupado en prolongar<br />

por un instante y en renovar por un día más la decepción y la tortura<br />

que le traía la vana presencia de esa mujer a quien se acercaba tanto sin<br />

atreverse a abrazarla.<br />

No estaba en casa de Prévost; Swann quiso <strong>busca</strong>r en los demás<br />

restaurantes de los bulevares. Y para ganar <strong>tiempo</strong>, mientras él recorría<br />

unos cuantos, mandó a visitar otros a su cochero Rémi (el dux<br />

Loredano de Rizzo); no encontró Swann nada, y fue a esperar a su<br />

cochero en el lugar que le había indicado. El coche no volvía y Swann<br />

se representaba el momento que iba a llegar, ya como aquel en que su<br />

cochero le diría: .Aquí está la señora., o ya, como otro en que oiría<br />

decir a Rémi : .No he encontrado a esa señora en ningún café.. Y así,<br />

veía <strong>del</strong>ante de él el final de su noche, uno y doble a la vez, precedido,<br />

ya por el encuentro de Odette, ya por la obligada renuncia a<br />

encontrarla y la conformidad con volverse a casa sin haberla<br />

visto.<br />

Volvió el cochero, pero en el momento de parar <strong>del</strong>ante de<br />

Swann éste no le preguntó. ¿Has encontrado a esa señora?, sino que le<br />

dijo: .No se te olvide recordarme mañana que tengo que encargar<br />

leña, porque me parece que ya queda poca.. Acaso se decía que si Rémi<br />

había encontrado a Odette en algún café donde estaba esperándolo, el<br />

fin de la noche nefasta quedaba ya borrado porque empezaba la<br />

realización <strong>del</strong> fin de la noche feliz, y que, por consiguiente, no<br />

tenía prisa por llegar a una felicidad capturada ya y a buen recaudo que<br />

<strong>Librodot</strong> <strong>En</strong> <strong>busca</strong> <strong>del</strong> <strong>tiempo</strong> <strong>perdido</strong> I <strong>Marcel</strong> Proust<br />

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