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Librodot En busca del tiempo perdido I Marcel ... - Biblioteca Virtual

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como un viejo cacharro normando que conserva el color de la tierra con<br />

que lo hicieron, la representación de una costumbre abolida, de un<br />

derecho feudal, de un antiguo inventario, de un modo anticuado<br />

de pronunciar que formó sus heteróclitas sílabas, y que yo estaba<br />

seguro de advertir hasta en el fondista que me serviría el café con leche<br />

a mi llegada, y me llevaría a ver el desatado mar <strong>del</strong>ante de la iglesia,<br />

fondista que me representaba yo con el aspecto porfiado, solemne y<br />

medieval de un personaje de fabliau.<br />

Si mi salud hubiera ido afirmándose y lograra permiso de mis<br />

padres, ya que no para ir a vivir a Balbec, por lo menos para tomar una<br />

vez el tren de la una y veintidós, que tantas veces tomé en la<br />

imaginación, y trabar conocimiento con la arquitectura y los paisajes de<br />

Normandía o de Bretaña, me habría gustado pararme en los pueblos<br />

más hermosos; pero era inútil que los comparara, e imposible escoger<br />

entre ellos, como entre seres individuales, que no se pueden trocar<br />

uno por otro. ¿Cómo decidirse por uno de esos nombres? Bayeux, tan<br />

alto, con su noble encaje rojizo y la cima iluminada por el oro<br />

viejo de su última sílaba; Vitré, cuyo acento agudo dibujaba rombos de<br />

negra madera en la vidriera antigua; el suave Lamballe, que en su<br />

blancura tiene matices que van <strong>del</strong> amarillo de huevo al gris<br />

perla; Coutances, catedral normanda, coronada con una torre de<br />

manteca por su diptongo final, grasiento y amarillo; Lannion, silencio<br />

pueblerino, roto por el ruido de la galera escoltada de moscas;<br />

Questambert, Pontorson, sencillotes y risibles, plumas blancas, picos<br />

amarillos, diseminados en el camino de aquellas tierras fluviátiles<br />

y poéticas; Benodet, nombre aguantado por una leve amarra, que<br />

parece que se lo va a llevar el río entre sus algas; Pont Aven, revuelo<br />

blanco y rosa <strong>del</strong> ala de un leve sombrero que se refleja temblando<br />

en las aguas verdinosas <strong>del</strong> canal; Quimperlé, muy bien amarrado,<br />

que está desde la Edad Media entre arroyuelos, todo murmurante, de<br />

color perla como esa grisalla que dibujan a través de las telas de araña<br />

de las vidrieras los rayos <strong>del</strong> sol convertidos en enmohecidas puntas de<br />

plata parda.<br />

Había otra razón para que aquellas imágenes fueran falsas, y es<br />

que, forzosamente, estaban muy simplificadas; indudablemente, había<br />

yo encerrado en el refugio de unos nombres esas aspiraciones de mi<br />

imaginación, que mis sentidos percibían sólo a medias y sin ningún<br />

placer en el presente, y como en ellos fui acumulando ilusiones,<br />

eran imán para mis deseos; pero como los nombres no son muy<br />

grandes, todo lo más que yo podía guardar en ellos eran las dos o tres<br />

.curiosidades. principales <strong>del</strong> pueblo, que se yuxtaponían sin<br />

intermedio; y en el nombre de Balbec, veía yo, como en esos cristalitos<br />

<strong>Librodot</strong> <strong>En</strong> <strong>busca</strong> <strong>del</strong> <strong>tiempo</strong> <strong>perdido</strong> I <strong>Marcel</strong> Proust<br />

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