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Librodot En busca del tiempo perdido I Marcel ... - Biblioteca Virtual

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mismo, una necesidad absurda que por las leyes de este mundo es<br />

imposible de satisfacer y difícil de curar: la necesidad insensata y<br />

dolorosa de poseer a esa persona.<br />

Swann llegó hasta los últimos restaurantes; no había tenido<br />

calma más que para afrontar la hipótesis de la felicidad; pero ahora ya<br />

no ocultaba su agitación, ni el valor que concedía al encuentro de<br />

Odette, y ofreció a su cochero una recompensa si la encontraba, como<br />

si así, inspirándole el deseo de dar con ella, que vendría a<br />

acumularse al suyo propio, fuera posible que Odette, aunque se<br />

hubiera recogido ya, siguiera estando en un café <strong>del</strong> bulevar. Fue hasta<br />

la Maison Dorée, entró dos veces en Tortoni, y salía, sin haberla<br />

encontrado, <strong>del</strong> Café Inglés, con aire huraño y a grandes zancadas en<br />

<strong>busca</strong> <strong>del</strong> coche que lo esperaba en la esquina <strong>del</strong> bulevar de los<br />

Italianos, cuando de repente tropezó con una persona que venía en<br />

dirección contraria a la suya: Odette; más tarde le explicó ella que, no<br />

habiendo encontrado sitio en Prévost, se fue a cenar a la Maison Dorée,<br />

en un rincón donde Swann no supo encontrarla, y ahora se dirigía a<br />

tomar su coche.<br />

Tan inesperado fue para Odette el encuentro con Swann,<br />

que se asustó. Él había estado corriendo medio París, más que porque<br />

creyera posible encontrarla, porque le parecía durísimo tener que<br />

renunciar. Y por eso aquella alegría que su razón estimaba irrealizable<br />

por aquella noche, le pareció aún mucho mayor; porque no había<br />

colaborado en ella con la previsión de creerla verosímil, porque era<br />

ajena a él; y porque no se sacaba él <strong>del</strong> espíritu para dársela a Odette<br />

.sino que emanaba de ella misma, ella misma la proyectaba hacia él.<br />

aquella verdad tan radiante que disipaba como un sueño el temido<br />

aislamiento, y en la que se apoyaba y descansaba, sin pensar, su sueño<br />

de felicidad. Lo mismo un viajero que llega un día de buen <strong>tiempo</strong> a<br />

orillas <strong>del</strong> Mediterráneo, se olvida de que existen los países que acaba<br />

de atravesar, y más que mirar al mar, deja que le cieguen la vista los<br />

rayos que hacia él lanza el azul luminoso y resistente de las aguas.<br />

Subió con Odette en el coche de ella y mandó a su cochera<br />

que fuera detrás.<br />

Odette tenía en la mano un ramo de catleyas, y Swann vio,<br />

debajo <strong>del</strong> pañuelo de encaje que le cubría la cabeza, que llevaba<br />

en el pelo flores de la misma variedad de orquídea, atadas al airón de<br />

plumas de cisne. Tocada de mantilla, llevaba un traje de<br />

terciopelo negro, que se recogía oblicuamente en la parte inferior para<br />

dejar asomar un trozo de falda de faya blanca; también por<br />

debajo <strong>del</strong> terciopelo asomaba otro paño de faya blanca en el<br />

corpiño, donde se abría el escote, en el cual se hundían otras cuantas<br />

<strong>Librodot</strong> <strong>En</strong> <strong>busca</strong> <strong>del</strong> <strong>tiempo</strong> <strong>perdido</strong> I <strong>Marcel</strong> Proust<br />

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