05.08.2013 Views

Librodot En busca del tiempo perdido I Marcel ... - Biblioteca Virtual

Librodot En busca del tiempo perdido I Marcel ... - Biblioteca Virtual

Librodot En busca del tiempo perdido I Marcel ... - Biblioteca Virtual

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

estaba en mi corazón, que dos horas después, y luego de algunas frases<br />

misteriosas, que me pareció que no lograban dar a mis padres idea<br />

bastante clara de la nueva importancia que yo disfrutaba, consideré<br />

más explícito contar con todo detalle la visita que acababa de hacer.<br />

Con ello no creía causar molestia alguna a mi tío. ¿Y cómo iba a<br />

creerlo, si yo no tenía intención de causársela? ¿Cómo iba yo a<br />

suponer que mis padres vieran nada malo allí donde yo no lo veía?<br />

Nos sucede todos los días que un amigo nos pide que no se nos olvide<br />

transmitir sus disculpas a una mujer a quien no ha podido escribir,<br />

y que nosotros lo dejamos pasar descuidadamente, considerando<br />

que esa persona no puede conceder gran importancia a un silencio<br />

que para nosotros no la tiene. Yo me creía, como todo el mundo, que el<br />

cerebro de los demás era un receptáculo inerte y dócil, sin fuerza de<br />

reacción específica sobre lo que en él depositamos; y no dudaba que al<br />

verter en el de mis padres la noticia de la nueva amistad que hiciera por<br />

medio de mi tío, los transmitiría al mismo <strong>tiempo</strong>, como era mi deseo,<br />

el benévolo juicio que a mí me había merecido aquella presentación.<br />

Pero, por desdicha, mis padres se atuvieron a principios enteramente<br />

distintos de aquellos cuya adopción los sugería yo, para estimar el acto<br />

de mi tío. Mi padre y mi abuelo tuvieron con él explicaciones violentas;<br />

yo me enteré indirectamente. Y unos días más tarde, al cruzarme con<br />

mi tío, que iba en coche abierto, sentí pena, gratitud y remordimiento,<br />

todo lo cual hubiera querido expresarle. Pero comparado con lo<br />

inmenso de estos sentimientos, me pareció que un sombrerazo sería<br />

cosa mezquina y podría hacer pensar a mi tío que yo no me consideraba<br />

obligado, con respecto a su persona, más que a una frívola cortesía.<br />

Decidí abstenerme de aquel ademán, tan insuficientemente expresivo, y<br />

volví la cabeza a otro lado. Mi tío se imaginó que aquella acción mía<br />

obedecía a órdenes de mis padres, y no se lo perdonó nunca; murió<br />

muchos años después de esto, sin volver a hablarse con ninguno de<br />

nosotros.<br />

Por eso ya no entraba en el cuarto de descanso, cerrado,<br />

ahora, de mi tío Adolfo, y después de vagar por los alrededores de la<br />

despensa, cuando Francisca aparecía en la entrada, diciéndome:<br />

«Voy a dejar a la moza que sirva el café y suba el agua<br />

caliente, porque yo tengo que escaparme al cuarto de la tía», decídame<br />

yo a entrar en casa y suba derechamente a mi habitación a leer. La<br />

moza era una persona moral, una institución permanente, que por<br />

sus invariables atribuciones se aseguraba una especie de continuidad e<br />

identidad, a través de la sucesión de formas pasajeras en que se<br />

encarnaba, porque nunca tuvimos la misma dos años seguidos. Aquel<br />

<strong>Librodot</strong> <strong>En</strong> <strong>busca</strong> <strong>del</strong> <strong>tiempo</strong> <strong>perdido</strong> I <strong>Marcel</strong> Proust<br />

68

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!