05.08.2013 Views

Librodot En busca del tiempo perdido I Marcel ... - Biblioteca Virtual

Librodot En busca del tiempo perdido I Marcel ... - Biblioteca Virtual

Librodot En busca del tiempo perdido I Marcel ... - Biblioteca Virtual

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

enunciado yo. Y si, con verosímil coincidencia, esa carta que yo<br />

había compuesto hubiera sido la que Gilberta me escribiera, al<br />

reconocer mi propia obra, no habría tenido la impresión de recibir una<br />

cosa que no salía de mí, real, nueva, una dicha exterior a mi espíritu,<br />

independiente de mi voluntad, don verdadero <strong>del</strong> amor.<br />

<strong>En</strong>tre tanto, leía y releía una página que, aunque no era de<br />

Gilberta, llegó a mí por su conducto, la página de Bergotte sobre la<br />

belleza de los antiguos mitos en que se inspiró Racine, que tenía<br />

siempre a mano, al lado de la bolita de ágata. Me enternecía pensar en<br />

la bondad de mi amiga, que había mandado <strong>busca</strong>r el libro para mí; y<br />

como todo el mundo necesita encontrar razones a su amor, hasta tener<br />

la alegría de reconocer en el ser amado cualidades que, según<br />

aprendieron en conversaciones o en libros, son dignas de excitar el<br />

amor, y asimilárselas por imitación y convertirlas en nuevos motivos de<br />

amor, aunque esas cualidades sean de lo más opuestas a las que<br />

<strong>busca</strong>ba el amor cuando era espontáneo .lo mismo que le sucedía<br />

antaño a Swann con el carácter estético de la belleza de Odette.,<br />

yo que, al principio, desde Combray, quise a Gilberta por toda la<br />

parte desconocida de su vida, en la que habría deseado precipitarme,<br />

encarnarme, arrojando mi propia vida, que ya no me importaba nada,<br />

pensaba ahora que Gilberta podría llegar a ser un día la humilde<br />

sirvienta, la cómoda y adecuada colaboradora de esa vida mía tan<br />

desdeñada y tan conocida, y que por la noche me ayudaría en mi<br />

trabajo coleccionando folletos.<br />

Por lo que hace a Bergotte, a aquel viejo infinitamente sabio y<br />

casi divino, que primero fue causa de que quisiera a Gilberta antes de<br />

haberla visto, ahora si lo quería era por causa de Gilberta.<br />

Miraba con tanta complacencia como sus páginas sobre Racine<br />

el papel con los sellos de lacre blanco, atado con muchas cintas<br />

de color malva, en que ella me trajo envuelto el libro. Daba besos a la<br />

bolita de ágata, que era lo mejor <strong>del</strong> corazón de mi amiga, la parte no<br />

frívola, la parte fiel, y que, aunque estaba adornada con el hechizo<br />

misterioso de la vida de Gilberta, vivía conmigo en mi cuarto, y<br />

dormía en mi cama. Pero me daba yo cuenta de que tanto la belleza de<br />

aquella piedra como la de las páginas de Bergotte, que asociaba yo con<br />

gusto a la idea de mi amor a Gilberta, para dar a este amor una especie<br />

de consistencia en los momentos en que se me aparecía como borroso e<br />

inexistente; eran anteriores a mi enamoramiento, no se le parecían en<br />

nada, que sus elementos se congregaron gracias al talento o a las<br />

leyes mineralógicas, antes de que Gilberta me hubiera conocido,<br />

de que en el libro y en la piedra no habría cambiado nada si<br />

Gilberta no me hubiera querido, y que, por consiguiente, nada me<br />

<strong>Librodot</strong> <strong>En</strong> <strong>busca</strong> <strong>del</strong> <strong>tiempo</strong> <strong>perdido</strong> I <strong>Marcel</strong> Proust<br />

346

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!