Para comprender EL LIBRO DEL GÉNESIS - 10
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«Y escuchó Abram la voz de Saray»: completamente<br />
plegado a los deseos de su mujer, sin discutir<br />
los pros y los contras, como Adán con Eva en el paraíso.<br />
4-6. Otra vez una extremada densidad. Lo que<br />
debió de suceder en experiencias continuadas de<br />
meses se reduce a unos segundos. Cuando Agar<br />
advierte que está encinta, comienza a despreciar a su<br />
señora (quizás el verbo castellano es demasiado<br />
duro: comienza a tratarla con menos respeto que<br />
antes): ella iba a dar un hijo a Abram, mientras que<br />
la señora era estéril (ver Prov 30,23). Saray comprende<br />
entonces que el hijo que tendrá Agar será<br />
siempre de Agar, y no suyo, a pesar de todas leyes de<br />
los hombres. Y le echa la culpa a Abram, el cual no<br />
había hecho más que plegarse a los deseos de Saray.<br />
«El agravio mío (así califica Saray la actitud de Agar)<br />
recaiga sobre ti. Juzgue Yahvé entre nosotros dos». En<br />
el fondo la queja es: «No se habría engreído tanto<br />
Agar si no le hubieras dado tú tantas alas, valorando<br />
tanto el hecho de que te iba a dar un hijo».<br />
«Mira, tu criada está en tus manos: haz con ella<br />
como mejor te parezca». Se ve perdido entre aquellos<br />
líos que se traen sus mujeres. Pero no es capaz de<br />
imponer con su autoridad la razón y la justicia.<br />
Saray, sagazmente, no la expulsó a Agar, pero le<br />
hizo la vida imposible, hasta que ella misma se hartó<br />
y se marchó. Nadie podría decir que Saray la<br />
había expulsado.<br />
7-12. Agar tenía que acudir por fuerza a la fuente<br />
que había en el desierto': allá fue a encontrarla «el<br />
Ángel de Yahvé». Es propio de J el que Yahvé se encuentre<br />
con el hombre al modo humano. «El Ángel de Yahvé»<br />
equivale aquí a Yahvé. En tiempos posteriores significará<br />
un ser distinto de Dios, enviado por él.<br />
«Agar, criada de Saray»: no es más que eso, una<br />
criada. Pero para Yahvé una criada en apuros por la<br />
injusticia y la crueldad de sus amos es tan importante<br />
que le sale al encuentro. Comparemos el contraste<br />
entre: «Y Saray la humilló y ella huyó de su pre-<br />
sa.<br />
1 «La fuente que hay en el camino de Sur» puede ser una glo<br />
<strong>10</strong>8 PARA COMPRENDER <strong>EL</strong> <strong>LIBRO</strong> D<strong>EL</strong> <strong>GÉNESIS</strong><br />
sencia» y «de la presencia de mi señora Saray vengo<br />
huyendo», con «Vuelve donde tu señora y humíllate<br />
bajo ella». Haz por voluntad propia para tu bien y el<br />
de tu hijo lo que ella ha querido imponerte para mal<br />
tuyo y de tu hijo. Hay que sufrir un poco de momento<br />
para obtener un bien mejor. Es corriente que Dios<br />
consuele a una mujer del dolor presente con la promesa<br />
de futuro (en 25,22-23 a Rebeca). Esta vez la<br />
promesa es:<br />
1) «Multiplicaré de tal modo tu descendencia<br />
(recordemos Gn 3,16) que no podrá contarse por su<br />
multitud».<br />
2) <strong>Para</strong> empezar: «Mira, has concebido y darás a<br />
luz un hijo, al que llamarás Ismael». Un hijo completamente<br />
tuyo, no de tu señora. El no mencionar a<br />
Abram es por la costumbre de J, que en cuestión de<br />
nacimientos da toda la importancia a la madre. Le<br />
llamarás «Ismael (Yisma'el, «Dios escucha»), «porque<br />
Yahvé ha escuchado tu humillación». Si Saray no<br />
hubiera humillado a Agar, Yahvé no habría escuchado<br />
su humillación. De ahí arranca el destino de ese<br />
niño: Yahvé no puede soportar la opresión injusta<br />
del poderoso al humilde. La etimología popular de<br />
Ismael marca el eje de la narración: en la primera<br />
parte Sara humilla a Agar; en la segunda Yahvé la<br />
exalta.<br />
Las circunstancias de la concepción y del nacimiento<br />
de Ismael marcan su destino y el de sus descendientes.<br />
Nace rechazado por su misma familia:<br />
será por lo mismo montaraz y guerrero: todos contra<br />
él y él contra todos. Será como un asno o caballo<br />
salvaje. Llevará la vida propia de los beduinos, en<br />
tiendas de campaña. Aunque ese estilo de vida era un<br />
timbre de gloria para las gentes del desierto, en el<br />
Antiguo Testamento se va atribuyendo esa vida salvaje<br />
y guerrera por el desierto a las líneas colaterales,<br />
nunca a Israel (4,12.14-15.23-24, a los quenitas;<br />
27,39-40, a los idumeos). Israel se siente muy emparentado<br />
con las gentes que habitan en el desierto,<br />
pero se sabe llamado a la posesión de la tierra de<br />
Canaán, desde la cual dominará a sus enemigos.<br />
13-14. Las etimologías cierran, según la costumbre<br />
del redactor J, la narración, pero conectan flojamente<br />
con ella. La que es intrínseca a la narración