Para comprender EL LIBRO DEL GÉNESIS - 10
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12,<strong>10</strong>. Egipto fue a lo largo de milenios el granero<br />
para los pueblos de alrededor).<br />
Sorprende que «ex abrupto» Jacob reprenda a<br />
sus hijos diciéndoles algo así como «¿Quéhacéis ahí,<br />
mirándoos unos a otros?». Parece como si los hermanos<br />
hubieran recibido ya alguna orden de su<br />
padre y se hubieran quedado parados. Como la frase<br />
no tiene nada de manida, parece ser un resto de<br />
una versión más amplia de la escena, de la que nos<br />
ha quedado ese residuo. En esa versión habría habido<br />
alguna resistencia pasiva al cumplimiento de la<br />
orden de bajar a Egipto. Los autores tratan de explicar<br />
esa supuesta desobediencia: o porque allá había<br />
sido vendido José (así la mayoría), o porque temen<br />
ir a un país extranjero, donde se verán entregados a<br />
la arbitrariedad de reyes poderosos (como 12,12),<br />
ante los que tendrán que inclinarse para obtener<br />
pan.<br />
En el texto actual habrá que entender la frase<br />
como un exabrupto propio del lenguaje familiar, en<br />
el que a veces hablamos como si aquello a lo que<br />
estamos dando vueltas en la cabeza lo hubiéramos<br />
pronunciado en alta voz. El padre supone que sus<br />
hijos conocen igual que él la situación, pero no<br />
hacen nada por remediarla.<br />
3-4. Los «hermanos de José» (esa condición va a<br />
interesar en adelante más que la de hijos de Jacob)<br />
obedecen sin replicar. Aunque por lo menos algunos<br />
de ellos están ya casados, siguen bajo la autoridad<br />
del patriarca, y forman una unidad familiar. Los<br />
hijos de Jacob eran doce, pero se advierte que bajaron<br />
a Egipto sólo diez. Esto requería una explicación.<br />
Benjamín, «hermano de José» más estrictamente<br />
que sus otros hermanos, ya que lo era de<br />
padre y madre, había ocupado el lugar de José en el<br />
corazón del padre. Era lo único que le quedaba de la<br />
esposa querida, ya que a Raquel, a la que se alude<br />
como viva antes de que José fuera vendido por sus<br />
hermanos (37,9-<strong>10</strong>), en esta narración se la supone<br />
muerta. Cuando más adelante los hermanos de José<br />
organizan la bajada de su padre a Egipto, montan en<br />
los asnos a sus propias mujeres y pequeños, pero no<br />
a las mujeres de su padre (46,5). Así pues, Jacob<br />
teme que le pueda ocurrir a Benjamín una desgracia<br />
mortal como a José, y no permite que se vaya con sus<br />
256 PARA COMPRENDER <strong>EL</strong> <strong>LIBRO</strong> D<strong>EL</strong> <strong>GÉNESIS</strong><br />
hermanos. Esa ausencia de Benjamín es una pieza<br />
clave en el desarrollo de toda la historia posterior.<br />
5. Como hemos dicho, este versículo no añade<br />
nada nuevo que no se contenga en el final del cap.<br />
41 y en los primeros versículos de éste.<br />
6. Vuelve a empalmar con 41,55-56. «Era el shallit<br />
sobre todo el país» es una glosa innecesaria. Shallit<br />
no ocurre más que aquí y en Qoh 7,19; 8,8; <strong>10</strong>,5<br />
(ver Ez 16,30). Significa una persona poderosa,<br />
constituida en autoridad. Lo específico en este caso<br />
es que tenía autoridad «sobre todo el país». Lo que sí<br />
pertenecía necesariamente al relato es que «José era<br />
el que distribuía el grano a todos los pueblos de la tierra».<br />
De no ser así, se habría acabado ahí la historia.<br />
Se postran ante el poderoso extranjero, del que<br />
depende la vida o la muerte de la familia. Dan cumplimiento<br />
sin darse cuenta a los sueños de grandeza<br />
de su hermano José. Se postran ante él como ante un<br />
dios. ¡Qué remedio les quedaba! Semejante actitud<br />
de sumisión se da en la historia de Jacob con Esaú<br />
(cap. 33).<br />
7. Llega el momento decisivo: el encuentro de los<br />
hermanos con José. Pudo suceder que ni los hermanos<br />
reconocieran a José, ni José a sus hermanos. En<br />
tal caso no habría existido esta historia. Pudo suceder<br />
que los hermanos y José se reconocieran mutuamente.<br />
Entonces habría existido otra historia de<br />
José. Pudo suceder que los hermanos reconocieran<br />
a José, pero éste no los reconociera. No sabemos qué<br />
es lo que habría pasado: desde luego entonces habrían<br />
quedado en ventaja los hermanos, al poder<br />
usar o prescindir de su superior conocimiento. Y<br />
pudo suceder lo que sucedió: que José reconoció a<br />
sus hermanos, pero éstos no lo reconocieron a él. En<br />
tal caso la ventaja era toda de José. Y José quiso<br />
mantener esa ventaja, porque no se les dio a conocer.<br />
(El v. 8 repite otra vez, fuera de lugar, que José<br />
los reconoció, pero ellos no lo reconocieron).<br />
Actúa, pues, como correspondía a un gran señor<br />
de Egipto frente a unos pobres asiáticos muertos de<br />
hambre. «Les habló con dureza». ¿Por qué optó por<br />
dar ese curso a los acontecimientos? Pudo declarárseles<br />
como aquel José al que habían vendido y dar-