Para comprender EL LIBRO DEL GÉNESIS - 10

i
La histor
(Gn37
Estos capítulos forman una unidad en cuanto
que en el cap. 37 se comienza a hablar del
joven José y el 50 termina dando noticia de su
muerte. En sentido amplio se puede decir que es la
«historia de José». Pero hay que excluir, por lo
menos, el cap. 38, que cuenta la historia de Judá y
Tamar; 46,8-25, que inserta una lista de la familia
de Jacob, que no tiene nada que ver con la historia
que se está contando, y 49,1-28, que contiene las
llamadas «bendiciones de Jacob». Entiéndase,
pues, que en estas consideraciones generales sobre
la «historia de José» prescindimos de esos tres
pasajes.
Los temas principales que debemos dilucidar en
esta introducción a la «historia de José» son los que
se refieren a su composición literaria y a su género
literario y consiguiente historicidad. En la interpretación
tradicional, no se ponía en duda, como hemos
visto respecto de todo el Pentateuco, que el autor de
todo el conjunto había sido Moisés, y ni siquiera se
planteaba el tema del género literario y la historicidad:
no se hacía ninguna distinción entre lo ocurrido
y lo contado. Naturalmente, hoy las cosas no se
ven tan sencillas. Tras una época en que todo parecía
ser un mito, o todo se entendía como reflejo de
la historia de las tribus de Israel, no de personas
individuales, se habla hoy de saga, o de cuento, o de
novela, o de narración sapiencial, o de todo a la vez.
Veamos lo que se puede decir hoy razonablemente
acerca de estas dos cuestiones.
i de José
39-50)
1. La composición literaria
Los defensores de la «teoría documentaría» suelen
admitir sin más la presencia en la historia de
José de las mismas fuentes que en el resto del Génesis.
Hoy todavía muchos lo siguen manteniendo. De
hecho se pueden distinguir, dentro de este relato, dos
historias, aunque no del todo completas. Una, a la
que podemos llamar provisionalmente «versión-
Judá», porque en ella es Judá el que asume el protagonismo,
y que suele ser identificada como del Yahvista;
y otra, que llamaremos «versión-Rubén», porque
el protagonismo es de Rubén, identificada como
del Elohísta.
Estos dos relatos fueron reducidos a uno solo por
obra de un redactor, que trabaja igual que el que
hemos llamado «el Jehovista», unas veces eligiendo
una de las versiones y relegando al olvido la otra;
otras veces entreverando los datos de las dos.
Sobre este relato ya unificado actuó el redactor
sacerdotal (P), con algunas añadiduras de su estilo.
Pero son bastantes los autores que, o bien rechazan
la existencia de dos hilos narrativos, o, si los
admiten, no se los atribuyen a J y E. Lo del redactor
sacerdotal no lo niega nadie.
Mi opinión sobre este punto tan discutido es la
siguiente:
1) No se puede negar que en algunos capítulos
existen dos versiones de los mismos hechos. En el
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