09.05.2013 Views

Para comprender EL LIBRO DEL GÉNESIS - 10

Para comprender EL LIBRO DEL GÉNESIS - 10

Para comprender EL LIBRO DEL GÉNESIS - 10

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

pío en Jerusalén, «en el monte de la Moriyyá»:<br />

probablemente quiere identificar el lugar del sacrificio<br />

de Isaac con el monte del templo de Jerusalén.<br />

Así lo entendió la tradición rabínica. Las versiones<br />

han entendido la palabra como han podido, generalmente<br />

como un sustantivo derivado de una raíz<br />

que significa «ver».<br />

En aquel viaje misterioso, en el que lo único<br />

sabido o presentido era que iban a ofrecer un holocausto,<br />

pasaron dos días y medio sin que nadie dijera<br />

una palabra. La presencia de los criados defendía<br />

a Abraham de la pregunta que estaba bullendo en la<br />

mente de Isaac: llevamos de todo, pero no llevamos<br />

la víctima.<br />

No se dice cómo supo Abraham concretamente<br />

cuál era el lugar señalado por Dios: no hay que olvidar<br />

que Abraham tenía visión de profeta. Abraham<br />

sabe que se están acercando al lugar, y hace que se<br />

queden los criados. Está decidido. <strong>Para</strong> la acción que<br />

piensa realizar, ¿heroica?, ¿criminal?, sobran los testigos.<br />

Quizás también le disuadirían de semejante<br />

barbaridad. Les dice una mentira: «Haremos adoración<br />

y luego volveremos»; porque iban a ir dos, pero<br />

iba a volver uno solo. Pero los profetas no mienten<br />

ni queriendo: eso era lo que efectivamente iba a<br />

suceder.<br />

6-8. En cuanto el hijo se ve solo con el padre, se<br />

atreve a hablar. El padre habría preferido ahora también<br />

el silencio. Pero el hijo le hace la pregunta que<br />

le estaba inquietando desde el principio:<br />

- «Padre mío.<br />

- Aquí estoy, hijo mío.<br />

- Aquí está el fuego y la leña, pero ¿dónde está el<br />

cordero para el holocausto?<br />

- Dios se proveerá el cordero para el holocausto,<br />

hijo mío».<br />

«Padre mío», «hijo mío», «hijo mío». Abraham<br />

no se siente capaz de decir la verdad a su hijo, y se<br />

la oculta con una evasiva. Lo que pensaba hacer era<br />

difícil de hacer pero imposible de decir. Pero también<br />

ahora, sin saberlo, está hablando proféticamente:<br />

lo que dice se cumplirá.<br />

El breve diálogo queda encerrado entre dos gran­<br />

136 PARA COMPRENDER <strong>EL</strong> <strong>LIBRO</strong> D<strong>EL</strong> <strong>GÉNESIS</strong><br />

des silencios, indicados en el repetido: «Ycaminaron<br />

los dos juntos» (w. 6 y 8).<br />

9-<strong>10</strong>. Está visto que, si Dios no detiene a Abraham,<br />

Abraham seguirá hasta el fin. Construyó el<br />

altar, dispuso la leña, ató a Isaac, lo puso sobre el<br />

altar y alzó el cuchillo. Todo son acciones: ni una<br />

sola palabra, ni del padre ni del hijo; ningún comentario<br />

del narrador. Las dudas de Dios sobre Abraham,<br />

si le quedaba alguna, estaban resueltas: Abraham<br />

había sido capaz de sacrificarle a su hijo único.<br />

Pero ¿qué pensaría Abraham? Y ¿qué Isaac? El<br />

narrador deja que el lector se figure lo que quiera.<br />

¿No se habría desmoronado en aquel instante para<br />

Abraham la imagen de su Dios? ¿No se estarían<br />

viniendo abajo todas sus esperanzas en las promesas?<br />

¿Y no se derrumbaría en ese momento la estima<br />

de Isaac hacia su padre? ¿Sería tanta la fe de<br />

Abraham en Dios que no pusiera en duda, ni en esa<br />

situación extrema y contra todas las apariencias, la<br />

bondad y la rectitud de Dios? ¿Sería posible que<br />

Isaac no dudara ni entonces del amor de su padre?<br />

Y nosotros, los lectores, si no conociéramos por anticipado<br />

el desenlace de la historia, ¿no nos rebelaríamos<br />

contra ese Dios que hace gala de crueldad<br />

para probar a los suyos? ¿Y no renegaríamos de ese<br />

nuestro «padre en la fe», en una fe que conduce al<br />

más abominable crimen?<br />

11-13. Pero en el último segundo interviene «el<br />

Ángel de Yahvé», que aquí es una denominación del<br />

mismo Dios («no me has negado tu hijo»): «No pongas<br />

tu mano en el niño, ni le hagas nada»: era sólo<br />

una prueba, la más difícil de todas, pero prueba al<br />

fin, y la has superado brillantemente: «Ahora ya sé<br />

que eres temeroso de Dios y que no me has negado ni<br />

a tu hijo único». Dios no quiere esos sacrificios horribles,<br />

pero le agrada la disposición del hombre de<br />

darle todo, hasta eso.<br />

¡Qué alivio para Abraham, para Isaac y para el<br />

lector! ¡Cómo se desvanecerían en Abraham todas<br />

las dudas acerca de Dios! ¡Cómo recobraría toda la<br />

ilusión por las promesas cifradas en aquel hijo! ¡Qué<br />

concepto debió de sacar Isaac de aquel padre suyo,<br />

tan amante, pero capaz de sacrificar a su hijo querido<br />

por obedecer a Dios!

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!