Para comprender EL LIBRO DEL GÉNESIS - 10
Para comprender EL LIBRO DEL GÉNESIS - 10
Para comprender EL LIBRO DEL GÉNESIS - 10
You also want an ePaper? Increase the reach of your titles
YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.
1. Es poco natural que Dios diga: «Edifica un<br />
altar al Dios que se te apareció», en lugar de «Edifícame<br />
un altar». El autor, que tiene mucho interés en<br />
relacionar esta escena con la del cap. 28, no se percata<br />
de la incongruencia.<br />
2. La eliminación de los dioses extraños es un<br />
hecho único en el Antiguo Testamento. En Jos 24,23,<br />
Josué exige a los israelitas, precisamente en Siquem:<br />
«Apartad los dioses del extranjero que hay en medio<br />
de vosotros». Es un texto que se puede inspirar en el<br />
nuestro. Pero allí la respuesta del pueblo es una simple<br />
declaración verbal: «A Yahvé nuestro Dios<br />
serviremos...» (Jos 24,24). No hay ni entrega de los<br />
dioses extraños ni enterramiento de ellos bajo la<br />
encina. No se puede, pues, colegir que se daba en<br />
Siquem un abrenuncio ritual periódico de los dioses<br />
extranjeros. Tanto Gn 35 como Jos 24 dan a entender<br />
que eso se hizo de una vez para siempre.<br />
Esta exigencia de renuncia a los dioses extranjeros<br />
es consecuencia de una doble convicción: a) Que<br />
«al otro lado del río... vuestros padres... servían a<br />
otros dioses» (Jos 24,2), lo que en la historia anterior<br />
se concreta en el hecho de que Raquel había robado<br />
y traía consigo los dioses familiares de su padre<br />
(31,19.30-35). b) Que Yahvé es un Dios celoso, que<br />
no admite ningún otro dios junto a sí.<br />
La purificación. Los participantes en el culto que<br />
se va a inaugurar con la erección del altar deben<br />
estar en condiciones de pureza, aptos para presentarse<br />
en el culto ante Dios, con los cuerpos bien limpios<br />
de impurezas y los vestidos recién lavados. Esta<br />
última exigencia se encuentra solamente en Éx<br />
19,<strong>10</strong>-11.<br />
3. «Y levantémonos y subamos a Betel». Betel<br />
estaba en una loma de la montaña de Benjamín. Se<br />
ha dicho que es la fórmula de invitación a peregrinar<br />
al santuario, en este caso para cumplir el voto<br />
formulado en el cap. 28 (ver Sal 122,1.4). Pero aquí<br />
no se supone que Betel es un santuario de Yahvé, ya<br />
que Jacob debe erigir allí un altar. Ni se alude (como<br />
hemos visto) al voto de Jacob en 28,20-22. Tampoco<br />
tiene más base la hipótesis de que en el antiguo<br />
Israel se practicaba regularmente una peregrinación<br />
de Siquem a Betel, posiblemente en relación con el<br />
supuesto traslado a Betel del santuario central de<br />
Siquem.<br />
4. Jacob había hablado sólo de los dioses extraños;<br />
pero la gente añade «los anillos de sus orejas».<br />
En ninguna otra parte se da sentido idolátrico o fetichista<br />
a los pendientes de las orejas. Pero probablemente<br />
eran tenidos por amuletos. Todo fue enterrado<br />
junto a una encina famosa que había en Siquem,<br />
seguramente sagrada en otro tiempo, y que puede<br />
ser la misma de la que habla Jos 24,26, que estaba<br />
junto al santuario de Siquem.<br />
5. El terror de Dios era uno de los elementos<br />
imprescindibles de las guerras santas (Éx 23,27; Jos<br />
2,9-11; 5,1; 9,24; <strong>10</strong>,1-2; Jue 4,15; 7,22; 1 Sm<br />
14,15.20).<br />
6. De repente, el lugar que en v. 1 se llamaba<br />
Betel, ahora se llama «Luz», lo que exigió una glosa<br />
inmediata: «Es Betel». Y se añade: «Que está en el<br />
país de Canaán», como si no se supiera. El mismo<br />
narrador había dicho ya en 33,18: «Llegó Jacob sano<br />
y salvo a Siquem, que está en el país de Canaán».<br />
7. Es sorprendente que 'El Bet-'El, «Dios de Bet-<br />
El», «Dios de Casa de Dios», pueda ser nombre de<br />
lugar. Es evidente que no se trata de un lugar distinto<br />
del Betel del que se habla en todo el pasaje. Se ve<br />
que a veces aquella localidad era designada por el<br />
nombre del Dios que en ella se veneraba.<br />
8. Muerte de la nodriza de Rebeca. «La nodriza<br />
de Rebeca» sería aproximadamente de la edad de<br />
Rebeca e Isaac, por tanto muy anciana. Y cuadra<br />
bien que muera muy poco antes que Isaac. El episodio,<br />
al parecer intrascendente, no cayó en el olvido,<br />
gracias a que había por allí una encina llamada la<br />
«Encina del Llanto», que con su nombre recordaba<br />
el suceso. Esta nodriza nos puede parecer intrascendente;<br />
pero en aquella era patriarcal, y según el<br />
sentir de los narradores bíblicos, era importante:<br />
Rebeca no quiso marcharse de la casa paterna sin su<br />
nodriza (24,59); su muerte es digna de ser contada a<br />
la par que las de los grandes patriarcas; el dolor por<br />
su pérdida quedó plasmado en el nombre de la famosa<br />
encina. Era como una más de la familia. Su árbol<br />
PARA COMPRENDER <strong>EL</strong> <strong>LIBRO</strong> D<strong>EL</strong> <strong>GÉNESIS</strong> 213