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Para comprender EL LIBRO DEL GÉNESIS - 10

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ner que estas historias corrían en Israel con la fluidez<br />

propia de la tradición oral, lo que daba origen a<br />

varias versiones de un mismo episodio y a la fácil<br />

permuta del nombre de un patriarca por el de otro:<br />

una vez, o en un lugar, se contaba de Abraham; otra<br />

vez, o en otro lugar, de Isaac.<br />

En nuestro pasaje nos han quedado restos de dos<br />

de esas narraciones, referidas a Abraham, que ahora<br />

están entrecruzadas. Una de las narraciones constaría<br />

de los w. 22-24.27.31-32. En ella Abimélec se<br />

pone a hablar de repente a Abraham, sin saber cómo<br />

ha llegado a encontrarse con el patriarca, ni dónde<br />

le habla (luego se sabrá que es en Berseba, en el v.<br />

32), ni en qué tiempo: sólo se dice vagamente «por<br />

aquel tiempo». El narrador supone que esto ha sucedido<br />

a continuación de lo narrado en el cap. 20: allí<br />

Abimélec ha comprendido lo que supone Abraham<br />

para Dios, y cómo Dios le favorece en todo. Por eso<br />

quiere que le jure un pacto de amistad, valedero para<br />

sus hijos y nietos. Y Abraham se lo jura (w. 22-24).<br />

Con el donativo de unas ovejas y unas vacas, que<br />

hace Abraham a Abimélec, sellan el pacto (v. 27). El<br />

nombre de Berseba se explica como «Pozo (ber) del<br />

juramento (seba)». Con ello se retiran a su tierra Abimélec<br />

y su acompañante Pikol, al que se la de el título<br />

rimbombante de «jefe del ejército» (w. 31-32).<br />

(También en el cap. 26 le acompaña a Abimélec un<br />

hombre de su confianza).<br />

La otra narración cuenta el litigio que hubo acerca<br />

de un pozo, y cómo se resolvió a favor de Abraham.<br />

Un pozo excavado por Abraham había sido<br />

usurpado por los siervos de Abimélec. Aprovechando<br />

la visita de éste, y el clima de amistad creado con el<br />

episodio anterior, Abraham se queja ante Abimélec<br />

de la usurpación del pozo. Éste se defiende alegando<br />

que es la primera noticia que tiene del asunto (w.<br />

25-26). Entonces Abraham, ante la sorpresa de Abimélec,<br />

aparta siete corderas del rebaño, y se las ofrece<br />

como regalo a Abimélec, en testimonio de que el<br />

pozo en cuestión lo ha excavado Abraham. Abimélec<br />

se ve obligado a aceptar el regalo: no lo puede desdeñar;<br />

pero el hecho de aceptar las siete corderas<br />

será un testimonio para siempre de que el pozo es de<br />

Abraham. Abraham procedió con astucia. Aquí<br />

seguiría en la narración, cuando circulaba suelta,<br />

una frase semejante a la del v. 31, en la que el nom­<br />

bre de Berseba se explicaría como «Pozo de siete» o<br />

«Sietepozos» (seba puede significar «juramento» o<br />

«siete»).<br />

Los w. 33 y 34 dan dos noticias que tienen menos<br />

que ver con las narraciones anteriores. La primera<br />

cuenta cómo Abraham plantó un tamarisco' en Berseba<br />

e «invocó allí el nombre de Yahvé, Dios eterno».<br />

Es la única vez que se dice que un patriarca plantara<br />

un árbol. Y la única en que se da a Yahvé el apelativo<br />

de «Dios eterno» o «Dios de la eternidad», un<br />

título divino preisraelita. En el lugar paralelo del<br />

cap. 26, Yahvé se le aparece a Isaac en Berseba, e<br />

Isaac construye allí un altar e invoca el nombre de<br />

Yahvé. Más tarde, Jacob ofreció allí sacrificios al<br />

Dios de su padre Isaac, antes de emigrar a Egipto<br />

(46,1). En tiempos de la monarquía era un santuario<br />

frecuentado, demasiado, a juicio del profeta Amos<br />

(Am 5,5; 8,14). Aquella invocación de Abraham a<br />

Yahvé en Berseba contribuiría a la devoción popular<br />

a aquel santuario.<br />

Es obvio que en estas narraciones se dan algunos<br />

anacronismos. Primero, que en los tiempos de<br />

Isaac o Abraham los filisteos no habían llegado<br />

todavía a Palestina. También que Abraham o Isaac<br />

hagan pactos con reyes parece una exaltación desmedida<br />

de la posición de aquellos patriarcas. Aunque<br />

tampoco serían mucho más aquellos reyezuelos<br />

de una sola ciudad, algo así como alcaldes de un<br />

pequeño pueblo, que se daban pomposamente el<br />

título de reyes. Pero seguramente para el narrador<br />

israelita Abraham representa a Israel y Abimélec a<br />

los filisteos de su tiempo (Abimélec habla de sus<br />

hijos y sus nietos).<br />

Sentido. Lo que no es anacrónico es lo de las<br />

peleas por los pozos y por el derecho a ellos. <strong>Para</strong><br />

aquellos pastores seminómadas era una cuestión de<br />

vida o muerte. El pueblo de Israel ensalza a su padre<br />

Abraham: todo un rey acompañado de su jefe de tropa<br />

se le presenta suplicante y hace un pacto con él.<br />

Abraham salió triunfante, en primer lugar, porque<br />

Dios estaba con él. Y, en segundo lugar, porque Abra-<br />

1 El tamarisco aparece otras dos veces en el Antiguo Testamento:<br />

1 Sm 22,6; 31,13.<br />

PARA COMPRENDER <strong>EL</strong> <strong>LIBRO</strong> D<strong>EL</strong> <strong>GÉNESIS</strong> 133

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