Para comprender EL LIBRO DEL GÉNESIS - 10
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cuentra solo: por tanto, o él no ha cruzado el vado o<br />
lo ha vuelto a cruzar en sentido contrario, no sabemos<br />
por qué ni para qué. El v. 24a ha querido resolver<br />
este problema: no es que Jacob tomara a sus<br />
mujeres, siervas e hijos y cruzara el Yabboq, sino que<br />
les hizo pasar el río: él no pasó.<br />
Resuelta esa dificultad, queda otra. Tanto en el v.<br />
14 (J) como en el 22b (E), «Jacobpasó la noche allí»,<br />
o «en el campamento», lo que suele significar que la<br />
pasó durmiendo. Pero en este relato no la pasó durmiendo.<br />
Se ha de entender que las narraciones sobre<br />
el encuentro de Jacob con Esaú y sobre el encuentro<br />
con Dios en el Yabboq son de origen diverso y fueron<br />
buenamente empalmadas sin lograr un ajuste<br />
perfecto. No dice el texto si cruzó el Yabboq de norte<br />
a sur o viceversa. Caben ambas cosas, porque,<br />
aunque en el conjunto del viaje tenía que venir de<br />
norte a sur, es posible que hubiera cruzado antes el<br />
río por más arriba, y viniera ahora siguiendo su curso<br />
por la izquierda, para cruzarlo hacia el norte en<br />
las proximidades del Jordán.<br />
25. Es esencial que esté Jacob solo, para que no<br />
pueda esperar ninguna ayuda exterior. Luchaba con<br />
él un hombre, un quídam. Tres rasgos caracterizan<br />
esta lucha: 1) Es un ataque por sorpresa, como el de<br />
un ladrón o un asesino; no es un duelo pactado; 2)<br />
El atacante no quiere ser sorprendido, ni que se<br />
conozca su identidad, por lo que ha de consumar su<br />
asalto antes del amanecer.<br />
Esos mismos rasgos cuadran a un demonio enemigo<br />
o a un espíritu adverso en las religiones animistas.<br />
El paralelo más próximo dentro del Antiguo<br />
Testamento es Ex 4,24-26, donde un atacante malintencionado,<br />
que secundariamente se identifica con<br />
Yahvé, acomete a Moisés por la noche durante un<br />
viaje por el desierto. Allí se dice paladinamente que<br />
«quiso darle muerte», cosa que aquí no está clara.<br />
También allí «le soltó» y también hubo una imposición<br />
de nombre.<br />
« Un hombre estuvo luchando con él hasta rayar el<br />
alba» (v. 25), se corresponde con «Suéltame, que ha<br />
rayado el alba» (v. 27). El atacante se había fijado<br />
como límite de su ataque el rayar el alba. Consume<br />
su tiempo sin haber alcanzado su objetivo. Quiere<br />
escapar, pero Jacob lo tiene sujeto. Y le pone una<br />
condición para soltarlo: que antes le bendiga.<br />
Pero en medio se introducen dos frases:<br />
1) «Viendo [el agresor] que no le podía [a Jacob],<br />
le tocó [a Jacob] la articulación de la cadera» (la cavidad<br />
de la pelvis en la que se aloja la cabeza del<br />
fémur).<br />
2) «De modo que se dislocó la articulación de la<br />
cadera de Jacob, mientras luchaba con aquél».<br />
Este versículo crea problemas. Si se le dislocó el<br />
fémur a Jacob, hubo de ser porque su agresor no le<br />
tocó simplemente en la cadera, sino que, o bien se la<br />
golpeó o bien hizo presa en ella hasta dislocársela.<br />
Pero se duda si el verbo «tocar» puede tener ese sentido.<br />
Por otra parte, si en ese momento Jacob quedó<br />
tan impedido de continuar la lucha, no se comprende<br />
la situación de superioridad de Jacob, manifestada<br />
en que el desconocido pide que lo suelte, y Jacob<br />
no se lo concede si antes no le bendice.<br />
De ahí que algunos consideren el v. 26b como<br />
una añadidura posterior, con lo que el v. 26a empalmaría<br />
directamente con el v. 27. En tal caso se mantendría<br />
el sentido normal de «tocar» la cadera, lo que<br />
tendría alguna virtud mágica (no documentada) de<br />
detener el combate. Pero aun en ese caso ofrece dificultad<br />
el que, aun detenido el combate, Jacob siga<br />
haciendo presa en su adversario, que se ve obligado<br />
a pedirle que le suelte.<br />
Es posible que el v. 26b sea de otra mano, también<br />
primitiva o posterior. Pero también cabe que<br />
«tocar» tenga sentido de «golpear» (ver 1 Sm 6,9; Am<br />
9,5; Ps <strong>10</strong>4,32; Job 1,11; 2,5); y que Jacob, aun disminuido<br />
físicamente, conservara arrestos para sujetar<br />
con sus brazos al desconocido agresor.<br />
27. «Suéltame, que ha rayado el alba». Es alguien<br />
poderoso sólo de noche. Así dice Júpiter en Plauto 2 :<br />
«Cur me tenes? Tempus est: exire ex urbe priusquam<br />
lucescat voló» («¿Por qué me sujetas? Es hora ya:<br />
quiero salir de la ciudad antes de que amanezca»).<br />
Ha de suspenderse la lucha. Pero Jacob no está apre-<br />
2 Plauto, Amphitr. 532 s.<br />
PARA COMPRENDER <strong>EL</strong> <strong>LIBRO</strong> D<strong>EL</strong> <strong>GÉNESIS</strong> 201