Para comprender EL LIBRO DEL GÉNESIS - 10
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da y otra». Y mandó al primero: «Cuando te encuentres con mi hermano Esaú y te<br />
pregunte: "¿De quién eres y adonde vas, y para quién son esas cosas que llevas por<br />
delante", dirás: "De tu siervo Jacob; es un regalo enviado para mi señor, para Esaú.<br />
Mira, él mismo viene detrás de nosotros"».<br />
Igualmente mandó al segundo, y al tercero y a todos los que iban tras las manadas<br />
diciendo: «En estos términos hablaréis a Esaú cuando os encontréis con él.<br />
Diréis: "Mira, tu siervo Jacob viene detrás de nosotros"». Pues se decía: «Lo aplacaré<br />
con el regalo que va por delante de mí; después podré ver su rostro, tras de lo<br />
cual me entrevistaré con él; tal vez levantará él mi rostro». Mandó, pues, el regalo<br />
por delante, y él pernoctó aquella noche en el campamento.<br />
El capítulo comienza y termina con dos apariciones<br />
celestiales a Jacob: la primera, en cuanto<br />
Jacob se pone en camino una vez separado de Labán<br />
(v. 2-3); la segunda, en el momento anterior al<br />
encuentro con su hermano Esaú (w. 23-33). Entre<br />
las dos apariciones se cuentan las precauciones con<br />
que Jacob preparó su reencuentro con el hermano,<br />
después de veinte años de separación, al final de los<br />
cuales volvía a ser de actualidad la fechoría por la<br />
que entre Rebeca y Jacob le habían arrebatado a<br />
Esaú la bendición paterna.<br />
Es normal atribuir los w. 1-3 al Elohísta: dice<br />
que le salieron al encuentro «ángeles de Elohim». Y<br />
exclamó: «Éste es el campamento de Elohim».<br />
En los preparativos suelen verse dos manos: la de<br />
J en los w. 4-14a, la de E en los w. 14b-22. Según J,<br />
Jacob envía una embajada a Esaú, notificándole<br />
cómo se ha enriquecido en casa de Labán, y esperando<br />
hallar gracia a sus ojos. Los mensajeros vuelven<br />
diciendo que el mismo Esaú viene a su encuentro,<br />
pero acompañado de 400 hombres, lo que hace<br />
temblar a Jacob. Entonces divide a su gente y su<br />
ganado en dos campamentos, para que, si Esaú ataca<br />
a uno, se salve el otro. Hace una oración a Yahvé.<br />
Y espera la llegada de su hermano pernoctando allí<br />
(según el v. 23 sería junto al río Yabboq).<br />
En la parte atribuida a E, la estrategia fue distinta.<br />
Jacob envió por delante un espléndido regalo,<br />
con el encargo de que dijeran a Esaú que era un<br />
regalo de Jacob y que él venía por detrás. Pero detrás<br />
198 PARA COMPRENDER <strong>EL</strong> <strong>LIBRO</strong> D<strong>EL</strong> <strong>GÉNESIS</strong><br />
no iba Jacob, sino otro regalo igual, con el mismo<br />
mensaje. Pero tampoco tras el segundo regalo iba<br />
Jacob, sino un tercer regalo. Sólo entonces se presentaría<br />
el mismo Jacob.<br />
Estas dos estrategias pueden ser entendidas<br />
como sucesivas y cumulativas, en cuyo caso no es<br />
preciso pensar en varias fuentes. Eso haría suponer<br />
que Esaú no llegó a encontrarse con Jacob ni el mismo<br />
día en que volvieron los emisarios, ni en todo el<br />
día siguiente, sino al otro. Y no parecen estrategias<br />
fácilmente acumulables. Mejor, pues, entender que<br />
una es de J y la otra de E.<br />
El encuentro de Jacob con Dios en el Yabboq es<br />
mucho más complejo. Lo dejamos para luego.<br />
2-3. En el camino hacia Canaán Jacob tenía que<br />
pasar por un lugar llamado Majanáyim que sonaba<br />
a «Dos campamentos», situado cerca del Yabboq, ya<br />
próximo a su desembocadura en el Jordán. Allí pondrá<br />
siglos después su corte Isbaal, el hijo de Saúl (2<br />
Sm 2,8-9); allí será derrotado el ejército de Absalón<br />
(2 Sm 17,24-27). Fue capital de distrito bajo Salomón<br />
(1 Re 4,14). Sin duda allí habría algún santuario,<br />
que tendría su correspondiente leyenda fundacional,<br />
la cual hacía derivar el santuario y el nombre<br />
de Majanáyim de la aparición de unos «ángeles de<br />
Dios», interpretados como «campamento» de Dios<br />
(ver Jos 5,13-15). Esa leyenda es atribuida aquí a<br />
Jacob, aprovechando su paso. Así se pone un sello de<br />
religión a unas andanzas que por lo demás eran<br />
totalmente profanas.