Para comprender EL LIBRO DEL GÉNESIS - 10
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Manases, o no habría cruzado los brazos. Por eso no<br />
cambió la posición de éstos cuando se lo advirtió<br />
José.<br />
<strong>10</strong>b-12. Aunque el contacto corporal pertenece<br />
al rito de bendición, aquí Jacob lo ejecuta al margen<br />
de todo ritualismo, dejándose llevar de la emoción:<br />
los besa y los abraza. Dios le ha concedido al abuelo<br />
una propina de dicha: no pensaba ya volver a ver<br />
a José, y resulta que no sólo lo ve a él sino también<br />
a sus hijos. Es una continuación de la historia de<br />
José (45,26-28). Tanto el padre como el hijo ven en<br />
estos hechos la acción de Dios.<br />
Aquí esperaríamos unas palabras de bendición.<br />
Pero la escena termina abruptamente, diciendo que<br />
«José los sacó de entre las rodillas de él y se postró ante<br />
él rostro en tierra». Parece ser que José retira a sus<br />
hijos del regazo del abuelo y se retira él mismo con<br />
una profunda reverencia. Así pues, hay que suponer<br />
que Jacob había bendecido ya a los hijos de José. No<br />
parece imposible que los dos hijos se hubieran subido<br />
al lecho y se hubieran sentado entre las rodillas<br />
del abuelo, incorporado en la cama, aunque fuera un<br />
anciano enfermo. Seguramente el narrador piensa<br />
que los hijos de José eran todavía pequeños. En la<br />
despedida de José no hay por qué ver el agradecimiento<br />
al padre por la bendición, y el asentimiento<br />
a la sentencia del padre, que ha atribuido aquella<br />
dicha a Dios. José retira a sus hijos y se va porque ya<br />
ha conseguido lo que quería; y se va con la reverencia<br />
que debe un hijo a su padre.<br />
Sigue chocando que no haya unas palabras de<br />
bendición. La explicación puede estar en que a la<br />
escena siguiente no le faltan esas palabras, pero sí le<br />
falta la introducción. Puede ser que un redactor juntara<br />
dos escenas paralelas cercenando la conclusión<br />
de la primera parte y el comienzo de la segunda. En<br />
su idea, la bendición esperada en la escena primera<br />
es la que se da en la segunda.<br />
13-14.17-20. Aquí no se trata ya, como en la<br />
escena precedente, de la bendición indiscriminada<br />
de los dos hermanos, sino de fundar la preeminencia<br />
de Efraím en la bendición preferente de Jacob. Se<br />
da por supuesto, de la escena anterior, que los hijos<br />
de José han sido ya presentados a su abuelo, y que<br />
éste está dispuesto a bendecirlos. Otra vez se dice<br />
que «los acercó». Si leemos el texto actual, habremos<br />
de entender que primeramente los hijos de José estaban<br />
entre las rodillas de Jacob; José los retiró de allí<br />
y, para que recibieran la bendición del abuelo, se los<br />
acercó uno por cada lado. El gesto de bendición, el<br />
contacto físico, consiste en la imposición de manos.<br />
Es la primera vez que la bendición se hace por imposición<br />
de manos, que es un rito frecuente en el culto<br />
con otros significados.<br />
Haciendo adelantar a Efraím por la derecha y a<br />
Manases por la izquierda, Jacob no tiene más que<br />
extender sus manos hacia delante e impondrá su<br />
derecha sobre el primogénito Manases y su izquierda<br />
sobre Efraím. Se dice que lo hizo para orientar a<br />
Jacob, que ya no ve bien, según <strong>10</strong>a. Pero Jacob ve<br />
demasiado bien. José ha colocado debidamente a<br />
sus hijos para indicar a su padre cuál era el primogénito.<br />
Pero Jacob tenía ya premeditada una astuta<br />
jugada, por la que iba a imponer su derecha sobre<br />
Efraím: simplemente, cruzando los brazos.<br />
15-16. La historia sigue en el v. 17, donde José<br />
protesta de la acción de su padre y le advierte que<br />
debe imponer la diestra sobre Manases, y le dice<br />
expresamente que él es el primogénito. Pero un<br />
autor posterior creyó que aquí debía Jacob acompañar<br />
su gesto con las correspondientes palabras de<br />
bendición y las tomó de donde pudo, aunque no cuadraran<br />
perfectamente con la circunstancia. Ya la<br />
introducción «Y bendijo a José y dijo» es inadecuada:<br />
debería decir: «Y los bendijo». Es posible que el<br />
intercalador tuviera delante un texto en el que Jacob<br />
bendecía primero a su hijo. Pero el texto de la bendición<br />
se refiere a los muchachos, no a su padre. Y<br />
es una bendición indiscriminada a los dos, lo que no<br />
da ningún sentido al gesto de imposición de las<br />
manos cruzadas.<br />
Primero invoca la bendición de Dios sobre aquellos<br />
muchachos. Al invocar a Dios, se recrea en<br />
recordar la presencia de ese Dios en la vida de sus<br />
padres y en la de él mismo. Es el Dios de Abraham,<br />
de Isaac y de Jacob (como Éx 3,6).<br />
1) «El Dios en cuya presencia anduvieron mis<br />
padres Abraham e Isaac», según el precepto dado a<br />
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