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Para comprender EL LIBRO DEL GÉNESIS - 10

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poco le dice: «en el sepulcro de mis padres», sino «en<br />

el sepulcro que yo cavé para mí en el país de<br />

Canaán». Puede ser que estemos ante otra fuente<br />

literaria; pero puede ser también que José crea que<br />

el Faraón entenderá mejor el deseo de ser enterrado<br />

en su propio sepulcro. Quizás es que los egipcios<br />

solían prepararse su propia sepultura antes de morir.<br />

En la petición José no incluye sólo los dos elementos<br />

necesarios: marchar y enterrar a su padre, sino<br />

que añade un tercero que debía tranquilizar al rey:<br />

volver. Tal como José había presentado su petición,<br />

el Faraón no podía tener ninguna dificultad, y concedió<br />

el permiso.<br />

7-11. El alcance de aquel permiso se ve en la<br />

narración que sigue. No fue el entierro de un pobre<br />

pastor asiático, sino el del padre de un primer ministro<br />

del Faraón. En la comitiva participaron todos los<br />

más antiguos dignatarios egipcios y todos los ancianos<br />

de Egipto. Era para ellos como una obligación,<br />

o por la estima que tenían o debían a José, o por<br />

voluntad expresa del Faraón. José sigue siendo el<br />

dueño de todo Egipto (45,8), y su categoría se manifiesta<br />

en los honores rendidos a su padre. Los egipcios<br />

estaban habituados a aquellos pomposos viajes<br />

funerales, sobre todo al santuario de Abydos, tal<br />

como aparecen pintados en sus sepulcros. Naturalmente,<br />

también iban en el cortejo fúnebre todos los<br />

miembros de la familia que estaban en condiciones<br />

de hacer el viaje. Tampoco faltaba una escolta militar<br />

(v. 9).<br />

Llegados a Goren-ha-Atad, el lector tiene la<br />

impresión de que se ha llegado al lugar del enterramiento,<br />

y de que, por tanto, una vez cumplidos los<br />

ritos de duelo, volverá la comitiva a Egipto, tal como<br />

se cuenta en el v. 14. Pero en el texto actual se interponen,<br />

por obra de P, los w. 12-13, donde se pone la<br />

sepultura de Jacob en la cueva de la Macpelá. De<br />

donde resulta que Goren-ha-Atad no es más que una<br />

estación intermedia, en la que se hace sin razón<br />

especial un duelo solemne y prolongado, para luego<br />

seguir hasta la cueva de Macpelá.<br />

Goren-ha-Atad, «Era del Espino», es un lugar<br />

sólo aquí mencionado, quizás una era para la trilla<br />

de cereales, rodeada de espinos. El lugar se sitúa<br />

«allende el Jordán», lo que tiene que significar aquí<br />

TransJordania. Pero por otra parte en el v. 11 se dice<br />

que los habitantes del país eran «cañoneos», que en<br />

ningún otro lugar designa a los habitantes de<br />

TransJordania. Es muy probable, pues, que, al menos<br />

según el autor al que debemos el v. <strong>10</strong>b-11, el sepulcro<br />

de Jacob estuviera en un lugar de Canaán, al oeste<br />

del Jordán. En tal caso, «que está allende el Jordán»<br />

en el v. 11 sería una glosa, bajo el influjo de <strong>10</strong>a. En<br />

varios estratos literarios se suponen, pues, varias<br />

tradiciones sobre el lugar del sepulcro: una en Transjordania,<br />

otras en Cisjordania, bien sea en un lugar<br />

indeterminado, bien sea en Mambré.<br />

El v. <strong>10</strong>a habla en plural: «Llegaron a Goren-ha-<br />

Atad, que está allende él Jordán, e hicieron allí un duelo<br />

(misped) grande y muy solemne». Se sigue resaltando<br />

la grandiosidad de aquellas exequias. Pero en<br />

<strong>10</strong>b se habla en singular: «Y (José) le hizo a su padre<br />

un duelo ('ebel) de siete días». Son dos léxicos y dos<br />

mentalidades, que revelan dos manos distintas. <strong>Para</strong><br />

la primera lo importante es la fastuosidad de aquellos<br />

funerales. <strong>Para</strong> la segunda no importa más que<br />

José y su llanto por su padre.<br />

El v. 11 es de esta segunda mano, porque relaciona<br />

la etimología de la localidad Abel-Misrayim<br />

con 'ebel y no con misped. Es una etiología etimológica<br />

como las que son frecuentes en la historia de los<br />

patriarcas. Tampoco Abel-Misrayim es mencionado<br />

en ninguna otra parte. La etimología popular no tiene<br />

nada de científica, pero sirve para provocar el<br />

recuerdo de la historia. «Abel Misrayim» significa<br />

probablemente «Prado de Egipto», pero el narrador,<br />

haciendo el juego entre «abel» y «ebel», lo interpreta<br />

como «duelo de Egipto» (o «de los egipcios»).<br />

12-13. Estos versículos nos dan la versión de la<br />

sepultura según P, en cumplimiento del deseo expresado<br />

por Jacob (49,29-32 P). Abruptamente comienza<br />

hablando de «sus hijos», que se sobrentienden los<br />

de Jacob, que eran el sujeto en 49,33. Este redactor<br />

ignora todos los episodios intermedios, o prescinde<br />

de ellos. La ejecución de la orden de su padre se<br />

cuenta con las mismas palabras que él había usado.<br />

Otra vez P devuelve el protagonismo a todos los hijos<br />

de Jacob, que una vez más habían quedado en la<br />

penumbra en las tradiciones más antiguas. En su<br />

viaje hacia Canaán intervienen todos ellos. No<br />

PARA COMPRENDER <strong>EL</strong> <strong>LIBRO</strong> D<strong>EL</strong> <strong>GÉNESIS</strong> 307

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