Para comprender EL LIBRO DEL GÉNESIS - 10
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una aparición divina es característica de Israel 3 .<br />
Pero es primitiva en la narración israelita. Todas las<br />
cabalas sobre cuál sería la etiología etimológica primitiva<br />
(por ej. del río Yabboq) son vanas. Al narrador<br />
israelita sólo le servía un nombre que pudiera<br />
relacionar de alguna manera aquel episodio con<br />
Dios. <strong>Para</strong> que el relato fuera interesante en la historia<br />
de salvación era preciso sustituir a los dos protagonistas<br />
del relato primitivo: al héroe local por<br />
Jacob; al genio maléfico del río por el mismo Yahvé.<br />
Esto último sólo se consigue por la etimología. Sin<br />
ella el oponente de Jacob sería sólo un genio o demonio<br />
enemigo. Tras esta etimología, sobre todo si se le<br />
suma la del v. 29, Jacob ha obtenido la bendición de<br />
Dios, pero a costa de un terrible forcejeo.<br />
32a. Todo había sucedido en la noche. «El sol le<br />
alumbraba en cuanto pasó de Penuel». No tenía ya<br />
nada que temer y podía proseguir su camino. «Pero<br />
cojeaba de la cadera»: no sabemos si para siempre.<br />
33. Se añade, sin duda en época posterior, que,<br />
por culpa de aquella cojera, los israelitas no comen<br />
«el nervio ciático que está sobre la articulación de la<br />
cadera». Sería algún tabú alimenticio, del cual no<br />
tenemos más noticia en el resto del Antiguo Testamento.<br />
Esa práctica y la historia bíblica se relacionan<br />
por los pelos. Suena a una amplificación midrásica,<br />
y por lo mismo tardía.<br />
Sentido. Es un intento vano el de reconstruir<br />
cuál podía ser el sentido de la narración preisraelita.<br />
Lo mismo que la frecuencia de casos de muerte<br />
al tratar de cruzar el desierto del Sinaí dio origen a<br />
narraciones como la que está en la base de Éx 4,24-<br />
26, la frecuencia con que quienes pretendían cruzar<br />
el Yabboq, sobre todo en ciertas épocas del año, o<br />
perecían o pasaban por un serio apuro, dio origen a<br />
la creencia de que algún demonio o cosa parecida,<br />
3 Jue 6,22-23; 13,22; Éx 33,20; Is 6,5; ver Éx 3,6; 19,21; Lv 16,2;<br />
Dt 5,24; 34,<strong>10</strong>; 1 Re 19,13.<br />
que se creía dueño del río, se oponía al paso de la<br />
gente en las horas de la noche, cuando él podía ejercer<br />
su poder.<br />
Tampoco nos sirve el que, eliminando las frases<br />
que pueden tener un origen posterior, nos imaginemos<br />
lo que pudo ser la narración primitiva de J: en<br />
ella no habría sido Yahvé, el Dios de los padres, el<br />
que atacó a Jacob, sino el demonio del río, que quería<br />
impedirle el paso. No puede ser ni Yahvé ni el<br />
Dios de los padres un individuo que sólo puede<br />
actuar de noche y teme al día. Lo que J pretendería<br />
decir al introducir aquí esta narración sería lo<br />
siguiente: Jacob va al encuentro de su hermano, al<br />
que teme. Encuentra un peligro mortal en el ataque<br />
del demonio del río. Escapa del peligro cojeando,<br />
pero con una fuerza sobrehumana que le ha comunicado<br />
su adversario con su bendición. Ha experimentado<br />
que Dios estaba con él. Con esta experiencia<br />
puede enfrentarse con su hermano.<br />
Pero Jacob no sale del trance con una fuerza<br />
sobrehumana; no va a mostrar nunca esa fuerza, ni<br />
en su encuentro con Esaú ni más adelante. Y ¿con<br />
qué derecho eliminamos elementos que, si bien no<br />
pertenecerían a la narración preisraelita, pudieron<br />
ser de los más antiguos narradores israelitas? Lo<br />
mejor es deducir el sentido del texto en su forma<br />
actual. Ahora bien, en las etimologías de Israel y de<br />
Penuel se interpreta que Jacob ha luchado a brazo<br />
partido con el mismo Dios, y que ha salido del<br />
encuentro mermado físicamente pero robustecido<br />
con la bendición divina, que Yahvé el Dios de los<br />
padres le ha concedido, pero tras una lucha a muerte.<br />
Ahora Jacob puede afrontar el encuentro con<br />
Esaú. Quien ha sido fuerte con Dios, con mayor<br />
razón lo será con los hombres. Y tiene la bendición<br />
de Dios.<br />
Pero a veces Dios se resiste a dar su bendición:<br />
hay que forcejear con él.<br />
PARA COMPRENDER <strong>EL</strong> <strong>LIBRO</strong> D<strong>EL</strong> <strong>GÉNESIS</strong> 203